Para mí, hay dos tipos de personas en el mundo; los que comen para vivir y los que viven para comer. Si como yo, eres de los segundos, la comida es un tema muy serio para ti y sabes que dejar de comer probablemente saque tu peor versión y te acabes disculpando por lo que dijiste cuando tenías hambre.
Seguro te identificas con los siguientes 33 puntos:
- Estamos acostumbrados a escuchar que la gente nos diga “¿estás comiendo otra vez?” con cara de sorpresa.
- La idea de compartir un plato en un restaurante nos estresa (no sabemos si va a ser suficiente)
- Nos conquistan por el estómago.
- Nuestra idea perfecta de una cita es ir a algún lugar que involucre comer mucho.
- Entre dormir y comer, siempre preferimos la segunda.
- Si eres Godínez, seguro 10 minutos antes de la hora de comida ya estás en la fila del micro.
- Para nosotros, todas las horas del día es la hora de la comida.
- Siempre nos preguntan, “¿cómo te cabe tanta comida?”
- Cuando llegamos a casa de algún amigo, le preguntamos qué tiene de comer o asaltamos su refri casi casi antes de saludarlo.
- La gente piensa que tenemos un problema.
- Planeamos nuestras salidas dependiendo de la comida que habrá en cada lugar.
- Buscamos inmediatamente la comida en cualquier evento social.
- Decimos muchas, muchas veces al día “tengo hambre”.
- Odiamos que le traigan la comida a las demás personas antes en un restaurante.
- Si estamos de mal humor, nuestros amigos siempre saben qué hacer.
- Se nos antoja la comida de las series o películas y nos enoja que no se la terminen o ni la prueben.
- El hambre nos ha despertado en más de una ocasión.
- Cuando acabamos de cenar, ya queremos que sea el siguiente día para desayunar.
- Aplicamos seguido el “uno no es ninguno” o “me merezco esto”.
- Siempre tienes antojos, hasta de cosas que nunca has probado.
- Nos da mucha paz ver programas de comida aunque sepamos que nos va a dar más hambre.
- Nos encanta conocer restaurantes nuevos y pasamos horas analizando toda la carta.
- La decisión más difícil es cuándo nos preguntan dónde o qué queremos comer, ¡queremos todo!
- Comemos muy rápido
- Regresamos rodando de todos los viajes.
- Las fiestas donde sabemos por ley que habrá mucha comida nos emocionan desde antes (Navidad, Día de Muertos, el dos de febrero, etc.)
- En nuestra bolsa, portafolio, cajón de oficina, etc. Nunca falta comida porque no sabes en qué momento te va a dar hambre o si vas a ir a algún lugar donde no haya lo suficiente.
- Odiamos que nos pidan de nuestra comida y solo ofrecemos por educación
- Y peor, si agarran de nuestro plato sin avisarnos.
- No entendemos cómo hay personas que pueden ver películas sin comer.
- Nos comemos la mayor parte de nuestro dinero.
- La gente que come poquito o que dice constantemente “no tengo hambre” es un enigma para nosotros.
- Amamos comer en la madrugada llegando de la fiesta y por alguna razón, la comida sabe más rica a esa hora.
Hemos aprendido a aceptar nuestra hambre y amor a la comida por lo que es y lo mínimo que esperamos de la gente a nuestro alrededor es lo mismo o que mínimo nos entiendan sin criticarnos. Además, no puedes negar que si eres de este pequeño porcentaje de personas, seguro es muy fácil ponerte de buenas y aunque lo niegues, sabes perfecto lo que es tener un outfit específico para que puedas comer mucho sin sentirte incómodo, pero es importante que sepas que aunque no es una condición normal, yo te entiendo y no estás solo.