Ayer por fin me atreví a ver la última película de esta saga, porque pues si ya había visto las primeras dos, no me iba a permitir dormir sin saber el final.
No voy a criticar la mala actuación, las escenas sexuales sobradas que te acaban cansado y causan ideas poco realistas o la falta de creatividad en las historias. Lo que más me llamó la atención de todo esto es que ya estamos en el 2018 y la fantasía de cambiar a tu pareja no se va a ningún lado y que todas las mujeres que la han visto salgan diciendo “ay wow, quiero a alguien así”. No sé qué está más enfermo, la película o esto.
Una psicóloga me ayudo a analizarla, porque era justo y necesario que alguien lo hiciera.
Para empezar, las relaciones sadomasoquistas (como la que llevan ellos) deterioran la autoestima y fomentan la violencia de género y el machismo. Creo que les falta un poco de cerebro (con todo respeto) si su ideal en una pareja es hombre tan enfermo y loco como Christian Grey, pero entendamos por qué.
Los protagonistas tienen una relación codependiente en donde uno no tiene vida sin el otro, ¿esto se les hace sano? Por favor, Christian quiere controlar hasta el color de la ropa de Anastasia y estaba tan celoso de que fuera a trabajar que compró la editorial para que él fuera el jefe y pudiera tener aún más control y lo más enfermo, es que a ella le gusta.
Repito, vean el año en el que estamos y el ideal del “príncipe azul” no se ha ido, el problema con este, es que le cuestan a la actriz principal su dignidad y libertad. Claro, Mr. Grey no es el único con problemas, ella es una mujer demasiado insegura, nada asertiva (no sabe decir que no), tiene expectativas poco realistas del amor, es muy dura consigo misma y quiere ser perfecta en todo (esto a la larga puede causar hasta un problema de alimentación y claro, más si en tu famoso contrato dice que para estar con él, tienes que dejar la comida chatarra y hacer ejercicio)
Ahora, al principio de la saga, ella lo veía a él tal cual es y aunque estuviera mal, decidió estar con alguien así y Christian no ocultó en ningún momento quién era. Lo preocupante del final de esta última película de la saga es que, ¡logra cambiarlo! Así es, aunque desde el principio veamos que el protagonista tiene una culpa enorme por ser abandonado de niño por su mamá (por eso cree que merece ser castigado y tiene la necesidad de castigar), sea un sádico, machista, mujeriego, ninfómano, megalómano, psicótico, border con celotipia que despersonaliza todo; se vuelve un excelente y amoroso padre y esposo que de la noche a la mañana deja de querer el control en todo y ya no está enfermo, porque claro, el amor lo hizo cambiar y aparentemente curarse.
Lo que hace a Christian Grey tan irresistible, es que crea en Anastasia Steel una personalidad obsesiva que hace que no deje de pensar en él. Es una combinación perfecta porque la poca autoestima de ella, hace que no se crea merecedora de amor y esté dispuesta a todo por obtenerlo. El miedo de perderlo a él es más grande que el de perderse a sí misma, ¿quieren más?
Por favor mujeres, que les gire tantito. Nadie cambia, dejen la fantasía de querer cambiar a su pareja por estas estúpidas películas. Claro que la gente puede mejorar, pero el ideal que están buscando está completamente alejado de la realidad.
Tengamos un poco de criterio; analicen que en la vida real, si su pareja les dice “quiero que te rindas a mí en todo voluntariamente, para complacerme”, “quiero que tu mundo empiece y acabe conmigo” (esto después de enterarse que su futuro hijo le podría quitar atención y amor), “no olvides que eres mía y solo mía”, entre toda la sarta de tonterías que se dicen entre ellos, dudo muchísimo que no piensen en llevarlo en ese momento al manicomio o mínimo salieran corriendo.
Pongamos la misma historia pero quitándole a Christian Grey todo su dinero, seguro la mayoría de las mujeres vería al personaje como un acosador enfermo que no se preocupa en lo más mínimo por las mujeres y les generaría repulsión y asco. Pero respiremos, no todo es malo, los paisajes y la música me encantaron.