Nadie se salva de esta horrible etapa. Es esta extraña edad donde aparte de no ser nada agraciados físicamente, nos sentimos mejores que todos pero al mismo tiempo, no nos caemos nada bien, no sabemos lo que queremos y todo parece el fin del mundo.
Lo mejor que puedes hacer es reírte de tu yo del pasado (porque no te queda de otra) y aquí las seis cosas que no puedes negar que hiciste:
- Intentar ser popular a toda costa
No te importó dejar a tus amigos por irte con los “cool” de la generación. Ni siquiera te caían bien, pero tu reputación era lo más importante. Si fuiste de los que hicieron cosas que no querían hacer solo por buscar aceptación, espero que ahorita te aprendas a reír de eso y no te juzgues tanto, al final hiciste lo que creías mejor y conforme creces, te das cuenta de quién está incondicional para ti y es increíble seguir manteniendo contacto con alguien que te soportó en esa etapa.
- Modas que dan pena
Desde usar “wet look” con el fleco lacio tapándote media cara (en mi caso), delinearte como emo, usar dos polos con el cuello levantado, gorra y lentes en lugares cerrados, pantalones acampanados con tenis de conchita, solo querer usar ropa “de marca”, mandar zumbidos en Messenger o escuchar a Panda. Todos necesitamos pasar por mil etapas para descubrir qué nos hace ver bien, cuál es nuestro estilo y sacar la mejor versión de nosotros, pero no por eso significa que nos veíamos bien y que no le hayamos dicho mínimo una vez a nuestra mamá que cómo nos dejó salir así.
- Fijarte en quien no debías
Si, recuerda que mientras tú sufrías por alguien que te trataba pésimo y hacías todo por llamar su atención, había alguien que moría por ti y nunca pelaste, ¿sabes que es lo peor? A quien no pelaste y mandaste a la friendzone, acaba siendo el mejor novio y ese que te trataba pésimo, lo único que te dejo fue un corazón roto pero eso sí, muchas enseñanzas.
- Sufrir al por mayor por todo
Nadie te entendía y llorabas o te enojabas por todo. Cualquier problema era motivo para escuchar música triste a todo volumen, enojarte o llorar. Claro, haciéndole saber al mundo lo incomprendido e infeliz que eras. Con todo sentíamos que nos moríamos y nadie entendía por lo que estábamos pasando y nuestro enorme sufrimiento e inconformidad con la vida. Estoy segura que si pudiéramos regresar el tiempo nos daríamos uno o dos golpes.
- Hablarle feo a tus papas
Las personas más importantes de nuestra vida, tuvieron que soportar nuestros cambios repentinos de humor y lidiar con eso como si todo estuviera bien. Ahora entendemos que todo lo que nos decían era por nuestro bien y lo bueno es que todas las peleas, si las supieron superar, los unieron ahorita más que nunca.
- No estudiar lo suficiente
Cuando somos adolescentes, creemos que somos inmortales, que no envejecemos y que todo lo que tenemos en nuestro presente va a existir por siempre. Es por eso que no valoramos nada y creíamos que estudiar era para tontos y no hacerlo era la mejor decisión. No nos queda más que agradecer a nuestros padres y profesores que nos insistieron tanto con este tema (gracias mamá por no castigarme nunca)
Lo único que podemos hacer ahorita, es agradecer que ya acabó, que ya no tenemos la horrible necesidad de retar a todo mundo y que podemos admitir que nos equivocamos o que necesitamos ayuda sin que nuestro mundo se caiga. Obvio también tenemos las hermosas fotos que sirven para reírte de lo cool que te creías y si no te sacan sonrisa a tí, seguro a la gente a tu alrededor si.