A pesar de estar confinados durante más de un año, a pesar de que ya hemos contratado Netflix, Amazon Prime, la nueva HBO Max y una lista interminable de plataformas, el cine no deja de encantarnos y suceda lo que suceda, ese templo del séptimo arte al que asistimos solos, con familia, pareja no dejará de existir porque es nuestro espacio no solo para la recreación sino para nuestro alimento espiritual.
El auge de las plataformas de streaming y la pandemia afectaron a las salas de cine. A nivel mundial los ingresos de taquilla han pasado de los 42.000 millones de dólares de 2019 a algo más de 16.000 millones en 2020.
Aún así, las películas no renuncian a las salas. Y es que el cine depende en gran parte todavía de la taquilla y de las palomitas en los establecimientos tradicionales.
El boom del streaming durante la pandemia ha permitido en parte a las productoras minimizar los daños del cierre de las salas, reducir gastos de promoción, copia y distribución y además ganar un público nuevo. Pero no se puede decir que vaya a sustituir el impacto de las salas.
Un reciente estudio de la consultora Deloitte titulado The future of movies subraya que, en pleno auge de las plataformas, las grandes producciones aún dejan sus esperanzas financieras en las salas de toda la vida, que son la fuente del 46% del total de sus ingresos.
En la actualidad, el mecanismo para que una película haga dinero es bastante complicado. En términos generales, el 75% del dinero que recauda una película se obtiene en las primeras tres semanas de su estreno. Durante tres meses las salas gozan de una exclusiva, antes de pasar a la venta del vídeo doméstico. En una tercera fase, transcurridos unos nueve meses desde el inicio, el contenido se traslada a canales y plataformas de pago digitales.
A la espera de los balances finales la pregunta es si, una vez terminada la pandemia, la industria cinematográfica cambiará de piel.
Mientras, Francia y China ya preparan dos proyectos para llevar la experiencia de las salas de cine a otro nivel. Se tratan de espacios que podrían cautivar a los cinéfilos con algo más que palomitas. El proyecto desarrollado por el arquitecto francés Pierre Chican para Ōma Cinema, se estrenará en París y evoca al senado de La Guerra de las Galaxias.
Por su parte China fusionará en un mismo lugar: una librería, una sala de lectura futurista, una elegante cafetería, una sala de cine equipada con todas las comodidades y tecnologías y una zona infantil multicolor.