Uno de los elementos esenciales del Día de Muertos en México, además de las ya conocidas ofrendas para honrar a los que se fueron, las calaveritas de azúcar y las flores de cempasúchil, son las calaveritas literarias.
En algunos grados de primaria y secundaria es común que las y los profesores soliciten a sus alumnos que escriban alguna calaverita literaria. Suelen ser de temas o personajes específicos que buscan satirizarlos y causar algunas risas. Sin embargo, muchas personas no saben cuál es el origen de esta práctica tan común en época de día de muertos.
Origen de las calaveritas literarias
La referencia más antigua que se tiene sobre este tipo de escritos es de uno de los textos más polémicos de la época novohispana: La portentosa vida de la muerte de 1792. El autor fue el franciscano Fray Joaquín Bolaños y se trató de un texto considerado importante para entender “la estética de la muerte novohispana”, de acuerdo con Enrique Flores, académico especializado en literatura colonial y antipoética.
Sin embargo, sería hasta mediados del siglo XIX que la calaverita literaria -como se conoce hoy en día- tendría las primeras apariciones, esto debido a la censura de la época colonial puesto que no permitía este tipo de publicaciones en gacetas y medios impresos.
“Una de las publicaciones más antiguas y conservada en hemerotecas, data de 1849 de un periódico crítico de nombre El Socialista, editado en Guadalajara, Jalisco, por José Indelicato”, afirmó la Casul.
Los primeros temas que se tocaron en las calaveritas literarias fueron las críticas hacia la alta sociedad por querer asemejarse a las élites europeas. Los escritores se basaban entre los lujos que tenían y su personalidad. La crítica hacia las élites tenían como función reclamar injusticias o buscar un bien común.
La sátira se volvió arte cuando se ligó con la visión de las ilustraciones del grabador José Guadalupe Posada. “Sus ilustraciones más populares, que partían del uso de la figura de la calavera o calaca, como una forma de representar al pueblo mexicano, retrataron con sátira tanto las desigualdades y el sufrimiento, como los excesos del pueblo mexicano”, refirió la Casul.
A pesar de que hoy en día se siguen realizando, ha sido cada vez menos, además de que ha tenido que enfrentarse al paso del tiempo. Pues de acuerdo con la Casul, la tradición hoy no tiene el papel que tuvo en su momento.
Cómo escribir calaveritas literarias
1. El primer paso es escoger un tema, una persona o incluso una situación para después exagerarla y realizar una sátira de sus características.
2. Los temas y las características requieren ser ligados a la ultratumba y al más allá. De acuerdo con la Casul se puede jugar con las situaciones, con los rasgos, que sea pícaro y satírico. Lo más importante es que tiene que ser a través de rimas y de versos de similar tamaño con un ritmo constante.
3. “Hay que hablar del vivo como si estuviera muerto, así como muchas veces puede ayudar el apoyarse en una situación del encuentro de una persona con La Catrina o ‘La Flaca’”, explicó la Casul.
Calaveritas a famosos
Aquí un par de ejemplos de calaveritas a famosos para morir de la risa:
Luis Miguel
Siempre fue un buen cantante,
carismático como pocos,
le bastaba un desplante,
y a sus fans volvía locos.
A veces era pedante,
caía mal el tipejo ese,
se portaba como un tunante,
pésele a quien le pese.
Qué bueno que ya no existe,
falleció el tal Luis Miguel,
aunque su imagen persiste,
a ver quién se acuerda de él.
Paulina Rubio
Bailan las calaveras,
en torno a la gran Paulina,
vestida de popelina,
artista de a deveras.
Pero se cambió el rostro,
se hizo la cirugía,
ya no es la misma Paulina,
se convirtió en un “monstruo”.
Dicho esto con gran respeto,
pero a fuerza de ser sincero,
yo me quedo con la rubia,
que me hizo soñar en serio.
De Tutti Frutti
Shakira se fue de gira,
al panteón de los famosos,
sacudiendo sus caderas,
pa´la bola de “babosos”.
Madonna al mismo tiempo,
en su ataúd reculaba:
“¿Por qué me mataste, Muerte,
no ves que yo te adoraba?”.
Y más allá en otra tumba,
Ricky Martin retozaba,
bailando sabrosa rumba
mientras la muerta gozaba.
Ay, Dios mío, qué pena,
tan divino y tan dichoso,
se acabaron las calaveras
de este 2022.
(Con información de Infobae y El Sol de México)