Casi ninguna teoría acerca del funcionamiento y la estructura de la mente ha ejercido tanta influencia ni ha tenido un estatus tan preponderante como la del psicoanálisis, cuyos temas cambiaron la forma de entender la mente a partir del mundo moderno. En «La interpretación de los sueños» Freud plantea que estos son una realización alucinatoria de deseos, y por ende una vía de acceso al inconsciente. El austriaco brinda una inspección precisa de distintos temas concernientes a los sueños y las formas de interpretarlos, según las circunstancias y diversos aspectos. A continuación, te presentamos 7 puntos que debes considerar para entender el significado de tus sueños.
1. Relación del sueño con la vida despierta
Según Haffner, al principio continúa el sueño la vida despierta. Nuestros sueños se agregan siempre a las representaciones que poco antes han residido en la conciencia, y una cuidadosa observación encontrará casi siempre al hilo que los enlaza a los sucesos del día anterior. El autor I.G.E Mass también menciona que la experiencia confirma que el contenido más frecuente de nuestros sueños se halla constituido por aquellos objetos sobre los que recaen nuestras más ardientes pasiones. Esto nos demuestra que nuestras pasiones tienen que poseer una influencia sobre la génesis de nuestros sueños.
2. Sobre el contenido de los sueños
Por otro lado, el autor Hildebrant dice que lo más singular es que el sueño no toma sus elementos de los grandes e importantes sucesos, ni de los intereses más poderosos y estimulantes del día anterior, sino de los detalles secundarios y nimios.
3. Peculiaridad de los sueños
Existen sueños que al despertar creemos haber olvidado, pero que pueden ser recordados en el transcurso del día con ocasión de una percepción que roce casualmente el contenido onírico olvidado. Sin embargo, la posibilidad de conservar un recuerdo exacto y total del sueño sucumbe a una objeción.
4. Sueños de la muerte de personas queridas
Cuando alguien sueña con profundo dolor la muerte de su padre, hermano o madre, no se dirá que ese sueño significa que efectivamente el sujeto quiere que la persona muera. Muchas veces hemos de suponer que la relación entre dos hermanos debe de ser cariñosa; sin embargo, muchas veces tropiezan con la enemistad, usualmente comenzada durante la etapa infantil.
Se dice que los niños no congenian, pero no hallamos una razón que lo justifique. El caracter del niño es muy distinto al del adulto. El niño es absolutamente egoísta, siente con mucha intensidad sus necesidades y suele satisfacerlas sin importar quién ni nada, menos aún a los demás niños, sus competidores, entre ellos sus hermanos. Así llegamos a la conclusión de que muchas personas que aman a sus hermanos y experimentarían un profundo dolor ante su muerte, llevan en su inconsciente deseos hostiles a ellos procedentes de etapas infantiles, hallando su realización en sus sueños. Resulta curioso observar la conducta de los niños pequeños cuando nace un nuevo hermanito. El primogénito, que ha monopolizado hasta ese momento todo el cariño y el afecto de sus padres, pone mala cara al oír del nacimiento de otro niño.
5. Lo reciente y lo indiferente al sueño
El sueño puede elegir su material de cualquier época de nuestra vida, por lejana que sea, a la que, partiendo de los sucesos del día anterior, pueden alcanzar nuestros pensamientos.
6. Los estímulos sensoriales exteriores
Los estímulos sensoriales que nos llegan al dormir pueden convertirse en fuente de sueños. Mientras dormimos, un movimiento involuntario puede destapar parte de nuestro cuerpo y así exponernos a una sensación de enfriamiento, todo ruido percibido de manera imprecisa suscita imágenes oníricas. Cuando durante la noche nos destapamos, soñamos tal vez que vagamos desnudos o que hemos caído al agua; si ponemos nuestros pies al borde, quizá soñemos que estamos al borde del precipicio; si por azar ponemos nuestra cabeza debajo de la almohada, es probable que soñemos que nos van a dar un golpe con una roca.
7. ¿Por qué olvidamos al despertar nuestros sueños?
El sueño se desvanece a la mañana. Es típico que un sueño que recordamos con precisión y viveza en la mañana, poco a poco se va desvaneciendo su recuerdo, hasta quedar reducido a fragmentos inconexos. Sucede que olvidamos las imágenes oníricas débiles y recordamos otras más enérgicas. Por otra parte, solemos también olvidar con facilidad aquello que sólo una vez tenemos oportunidad de advertir y retenemos mejor lo que nos ha dado percibir repetidamente.
(Con información de Cultura Colectiva)