Luchó en la Revolución Mexicana, estuvo en la cárcel, fue exiliado, pero siempre regresó a su patria a defender la democracia y la libertad de expresión, inspirando a una generación entera. David Alfaro Siqueiros es más que un “muralista mexicano”, muchos no saben que su enfoque revolucionario y sus convicciones inquebrantables inspiraron a artistas de todo el mundo.
Con trazos gruesos de color negro y una paleta de colores encendida, expresaba emociones intensas a través de una mezcla entre la tradición mexicana, elementos del surrealismo y el expresionismo europeo. Siqueiros siempre hizo al espectador, el protagonista de sus obras.
Sus orígenes
José de Jesús Alfaro Siqueiros nació el 29 de diciembre de 1896. Si bien siempre dijo que su lugar de nacimiento era Santa Rosalía de Camargo en el estado de Chihuahua, la documentación oficial apunta a que nació en la Ciudad de México. Siqueiros empezó a usar el nombre “David” después de que Graciela Amador, su pareja en la década de 1920, empezara a llamarlo por ese apodo.
Cipriano Alfaro, su padre, era un hombre estricto y profundamente católico. Esto llevó al joven José de Jesús a dejar su hogar y mudarse a la Ciudad de México a los 15 años para estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria y tomar clases de arte por las noches en la Academia de San Carlos. Desde entonces, el pintor comenzó a mostrar su inconformidad con el sistema, llegando a participar en una protesta contra el plan de estudios de la escuela de artes.
En 1914, a los 17 años, Siqueiros se unió a las filas de la Revolución mexicana, enlistándose en el ejército de Venustiano Carranza, donde alcanzó el rango de capitán. Esto lo llevó a conocer de cerca a las clases trabajadoras de todo México, así como los imaginarios culturales de cada región.
Inicios en el muralismo
Siqueiros viajó a Europa en 1919. Ahí, el pintor se sumergió en las vanguardias europeas del momento, como el cubismo, el fauvismo y el dadaísmo.
A su regreso a México, Siqueiros fue comisionado por José Vasconcelos, primer secretario de educación pública del país, para decorar los muros de la Escuela Nacional Preparatoria junto con otros artistas. Así nació, Los elementos (1922-1924), su primer mural. Esta pieza, ubicada en el cubo de las escaleras, fue el primer experimento de Siqueiros con el dinamismo y la perspectiva.
Siqueiros en Estados Unidos
Sus ideales lo llevaron a ser arrestado y encarcelado en múltiples ocasiones. Al ser expulsado de México por seis meses en 1932, Siqueiros viajó a Los Ángeles, donde recibió una comisión para pintar un mural para el Distrito Histórico del Pueblo de Los Ángeles. La pieza tenía que proyectar una atmósfera alegre, pero Siqueiros pintó América tropical: oprimida y destrozada por los imperialismos (1932), donde el protagonista de la composición es un indígena mexicano crucificado en una doble cruz con un águila americana sobre él. La pieza causó controversia y fue cubierta con pintura casi de inmediato; y fue hasta 2012 que se inició un proyecto para restaurar la obra, que hoy es el mural en existencia más antiguo de Los Ángeles. Más tarde, en 1936, el muralista creó el Siqueiros Experimental Workshop en Nueva York, donde Jackson Pollock fue su estudiante.
Ante sus constantes fricciones con el gobierno debido a sus convicciones leninistas, Siqueiros pasó gran parte de la década de 1940 en exilio, destaca su temporada en Chile, donde dejó una serie de murales en una escuela de Santiago y en prisión. Sin embargo, en la década de 1950 retomó los proyectos artísticos con conexiones gubernamentales, lo que dio origen a extraordinarios murales en el Museo Nacional de Historia, en Ciudad Universitaria y en el Palacio de Bellas Artes, todos en la Ciudad de México.
Siqueiros en Lecumberri
De 1960 a 1964, Siqueiros fue encarcelado nuevamente por su activismo en favor de los presos políticos; no obstante, esta temporada en la prisión de Lecumberri sentó las bases del que sería el proyecto más ambicioso no solo de su carrera, sino también del muralismo a nivel mundial. Tras su liberación, fue comisionado por el empresario Manuel Suárez y Suárez, uno de los más grandes mecenas del arte mexicano del siglo XX, para lo que sería la pieza central del centro de convenciones Casino de la Selva en Cuernavaca, México. Para ello, Siqueiros creó un taller con las condiciones arquitectónicas y herramientas apropiadas para ensamblar, mover y producir grandes paneles de cemento.
Dos años después, el empresario decidió instalar el gran proyecto de Siqueiros en la Avenida de los Insurgentes, la más importante de la Ciudad de México, dándole al muralista la oportunidad de desarrollar un recinto con alto sentido social y espacio para la experimentación: el Polyforum Siqueiros. Este lugar albergaría La marcha de la humanidad en América Latina hacia el cosmos. Miseria y ciencia (1967-1971): considerado el más grande del mundo, el mural cubre todos los muros de un foro con forma octagonal.
Su legado
Días antes de morir, Siqueiros expresó su deseo de que su residencia en el barrio de Polanco y su taller en Cuernavaca se convirtieran en centros para la experimentación y difusión de las artes. Hoy conocidos como Sala de Arte Público Siqueiros y La Tallera respectivamente, estos recintos mantienen con vida no solo el legado de David Alfaro Siqueiros, sino su espíritu innovador y comprometido con la democratización de las artes.