Tú, tu pareja, erotismo y un smartphone. Una combinación que puede resultar divertida siempre y cuando ninguno de los dos sea un imbécil.
En la intimidad de una pareja se genera complicidad, cada quien sabe hasta dónde llega y mientras ambos estén de acuerdo no hay problema alguno; en esa complicidad de pareja entra la confianza. Hay cosas que sólo se hacen con alguien en particular y nunca tendrían que salir de ese “círculo de confianza”. El problema viene cuando te das cuenta que es muy difícil confiarle algo tan privado a alguien, porque ese alguien, puede que no entienda que las cuestiones de una pareja se quedan en la pareja. Parecería algo muy sencillo de comprender, pero como la famosa frase de Albert Einstein que anda dando vueltas de vez en vez por las redes: “Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy seguro”. Pues sí, Einstein estaba en lo correcto, abundan los estúpidos, y en esa categoría entran los individuos que creen que compartir la intimidad de alguien sin su consentimiento está bien.
Si yo decido que tú me puedes tomar una foto encuerada mientras estamos juntos, esa foto no tendría por ningún motivo que llegar a manos (el teléfono) de alguien más si yo no estoy de acuerdo en ello, y si esa foto de pronto aparece en un grupo de WhatsApp o en alguna red social o página web, se le conoce como “porno de venganza”.
“Revenge porn” (porno de venganza): distribución de imágenes sexualmente gráficas de las personas sin su consentimiento.
En plena era de la libre información, donde puedes encontrar contenido sexualmente gráfico y legal a un click de distancia, ¿por qué compartir la fotografía de alguien que te confío su intimidad? Te lo confió a ti, no a tus amigos, no a tus conocidos, no al mundo y tú eres responsable del daño moral que la distribución de esas imágenes pueda causarle. Y, ¡ojo!, todos pueden ser víctimas: hombres y mujeres.
Resulta que en nuestro país apenas se está comenzando a considerar el porno de venganza como un delito importante. De aprobarse la propuesta de la reforma al código penal, aquella persona que distribuya imágenes de contenido sexual de alguien sin su consentimiento y con la intención de infringir daño moral, podría ser castigado con una pena de tres a cinco años más una multa que puede ir entre los $75,000 a $200,000 pesos.
Nadie, absolutamente nadie tiene el derecho de vulnerarte usando tu libertad sexual como arma, ni siquiera porque seas tú quien envía las imágenes.
El famosísimo “send nudes” es una práctica que se ha vuelto popular con el uso de redes sociales como Snapchat, donde una imagen desaparece tras 24 horas de haber sido enviada, pero hay que tomar en cuenta que dicha imagen puede ser archivada. Y aquí creo pertinente mencionar que cada quien puede ejercer su libertad sexual como mejor le plazca, y si lo tuyo es ponerte en frente del espejo con poca o cero ropa, hacer tu pose más sensual, tomarte una foto y enviársela quien tú quieras, pues muy tu rollo, pero ¿sabes realmente a quién le estás enviando esa foto? ¿Tienes la certeza de que esa imagen no será utilizada para otros fines? ¿Podrías afrontar las consecuencias de que esa imagen terminara en la red? Tu libertad sexual no tendría que ser motivo de temor, pero desafortunadamente falta mucha comprensión sobre el tema y sobran ignorantes que no entienden de respeto y ética.
Urge que se puedan tomar acciones legales en contra de quien o quienes provoquen daño con la distribución de contenidos que estaban destinados a ser privados pero, sobre todo, urge sensibilizar y crear conciencia. La libertad sexual es algo que ambas partes en una pareja pueden disfrutar, siempre y cuando exista respeto y responsabilidad al momento de ejercerla. Quien rompe esas reglas no solamente hace daño a quien expone, se hace daño a sí mismo, deja ver los terribles complejos que vienen cargando al sentir la necesidad de compartir sus “logros”. Alguien que se siente satisfecho no necesita demostrarle a sus amigos o al mundo lo “chingón” que es entre sabanas, al contrario, disfruta de su sexualidad y la de su pareja de forma saludable, pues sabe que no requiere de ninguna “medalla”.