Hace un par de semanas me encontraba sentada en la sala de mi casa súper dispuesta a ver la final de Miss Universo. Obviamente, y como a todos nos pasó, no llegué ni a la segunda ronda de chicharrines cuando ya habían descalificado a México; la cosa se ponía terrible y supuse en todo momento que criticarían horriblemente a la participante mexicana, lo cual me llevo a pensar en cuánto criticamos la belleza y somos los primeros en castigarnos.
Hace varios meses encontró mi hermana una gran promoción en redes sociales, una empresa que se llamaba Microderm Puebla, y digo se llamaba porque espero con todo mi corazón que ya haya desaparecido, se dedicaba al tema de la micodermoabrasión, pero, ¿qué es esto? Te cuento: esté es un tratamiento no invasivo, su finalidad es eliminar las primeras capas de la piel, creando así una exfoliación completa de las células muertas, que por naturaleza nuestra piel genera, pero también al paso de las sesiones logra eliminar manchas creando un efecto uniforme en el rostro, elimina barros, espinillas haciendo de manera paulatina un tono uniforme en la piel, incluso se cree que puede eliminar cicatrices que no llegaron a capas profundas de la piel.
Dicho tratamiento sonaba perfecto para mí, ya que soy tendiente a espinillas y tengo unas pequeñas manchas en uno de mis hermosos cachetes; confirmé mi cita y llegó el día, asistí muy puntual a la primera sesión, estaba emocionada y al mismo tiempo nerviosa, un tanto consciente de que no saldría con la piel perfecta pero que, al paso de las sesiones, lograría tener piel de princesa; me encontraba sentada en la sala de espera con la mejor actitud posible y una señora me preguntó: «¿Llevas mucho tiempo aquí?», y le dije: «no, apenas llegué», la señora comenzó a contarme que ya llevaba varias horas ahí porque tenían mucha gente y no acomodaban bien la citas, entonces todo se estaba recorriendo y debían atender a las personas de las citas mal agendadas… el punto es que había mucha gente esperando y que estaba fatal, la señora concluyó su plática diciéndome que ese era el lugar más barato para hacerse el tratamiento, así que tenía que aguantarse. Desde ahí debí salir corriendo, pero me quede.
Salió una chica de pestañas postizas enormes y un brazo lleno de tatuajes y dije «no me voy a poner loca ni juzgar», yo tengo un tatuaje y soy bastante comprometida con mi trabajo, así que esperaba fuera el mismo caso, comenzó a preguntarme mis datos y se notaba bastante profesional, me pidió que entrara a la cabina y me acostara en una camilla para comenzar el tratamiento, inició aplicando un exfoliante y mientras lo difuminaba de pronto me llegaba un olor a alcohol, lo cual me pareció sumamente extraño, pues los exfoliantes no contienen alcohol, continuó el tratamiento y me colocó una mascarilla para comenzar a hacer la dermoabrasión, y el olor continuaba hasta que me di cuenta que provenía de ella y que constantemente se levantaba para tomas bebidas rehidratantes, yo supuse que no podía con la cruda o aún estaba ebria, pero estúpidamente me repetí «es el lugar más barato para hacerme el tratamiento”.
Las sesiones pasaron y poco a poco mi piel comenzaba a dar molestias: sentía que me ardía y estaba muy delgada, la verdad no sé cómo explicarte la sensación, pero yo la sentía muy frágil. Llego el día de la tercera sesión y como siempre llegué de lo más puntual y con la esperanza de que ese ardor fuera normal; estaba en sala de espera cuando salió una señora enorme y me pidió pasara a la cabina, le pregunté por Nadia (así se llamaba la chica del olor a alcohol) y me respondió que ya había renunciado y que ella me atendería, comencé preguntándole sobre el estado de mi piel, pero no me daba muy buenas respuestas, hasta que me desesperé y le pregunté si era cosmetóloga, para mi sorpresa me respondió: «no, soy quiropráctico, me dedico a curar a la gente de los huesos y por cierto tú tienes la columna chueca». ¡Ora!, ¿qué le pasa a esta?, en ese momento sonó a todo volumen una llamada en su teléfono con una canción de banda que sin exagerarte me retumbó en el oído porque la poco profesional tenía su celular justo junto a mi cabeza, ahí sinceramente ya sentí miedo y mientras planeaba cómo levantarme y salir corriendo comenzó la dermo, pero esta vez me dolía más de lo normal, porque ella era muy agresiva y me tallaba con el metal de la manguera que hace el tratamiento, hasta que me levante y le dije «¡te estoy diciendo que me duele mucho, ya no quiero que me hagas nada, por favor aplícame bloqueador porque voy a caminar y la cara ya me arde mucho como para que me exponga al sol!»; me lo aplicó de lo más digna y se salió, atrás de ella obviamente fui yo y le pedí a mi mamá me revisara si me habían hecho algo y me dijo solo tienes irritado, rápidamente volteé a ver a dicha mujer y le pregunté cual era al factor del bloqueador porque iba a andar en el sol y me ardía mucho, de verdad mucho, ella respondió: «es un bloqueador buenísimo que venden en Wal-Mart, la marca es Coppertone, por si quieres comprarlo», ahí sí sentí unas ganas enormes de llorar.
Me comuniqué a la empresa para saber qué estaba sucediendo, me marcaron muy rápido, eso sí debo aceptarlo, y el tipo me pidió le contara todo lo que pasó, al paso de los minutos le dije exactamente así: a mí no me puedes engañar, yo soy cosmetóloga y ese tratamiento está mal hecho, y el respondió rápidamente: «¿De verdad eres cosmetóloga?, ¿no te interesaría trabajar con nosotros?, es que no encontramos cosmetóloga». En ese momento me solté a llorar y le colgué para hacer una cita con el dermatólogo. Como siempre, me salió más caro el caldo que las albóndigas.
Efectivamente me habían irritado tanto la piel que estaba muy sensible, se sentía delgada y lastimada y ahora no sólo debía pagar una crema hidratante, un contorno de ojos, un suero hidratante de noche y un protector solar dermatológico, sino que tenía que hacerme varios faciales hidratantes porque mi piel estaba en la ruina y mi bolsillo iba para allá.
Te prometo que trato de contarte esta historia lo más cercano al drama real, de verdad estaba muy preocupada y arrepentida de haberme repetido la frase “Es el lugar más barato para hacerlo”, sinceramente comprobé que lo barato sale caro y me gustaría darte estos consejos:
- No te castigues tanto: yo moría por una piel perfecta desde hace ya varios años, pero sinceramente no hacía nada por tenerla, sólo me pasaba reprochando constantemente que no la tenía y me castigaba muchísimo, yo creo que este fue el punto por el que desesperadamente seguí con las sesiones.
- Infórmate: de verdad que por irme con la jugada de la promoción me dejé llevar y lo vi como la opción más rápida; ahora entiendo que mi piel estaba tan deshidratada que no era candidata para ese tratamiento y a eso hay que aumentarle que caí en manos de los peores.
- No te dejes llevar por las ofertas: la verdad es que me dejaron como siete sesiones en 2 mil pesos, lo cual me pareció una súper ganga y me quede ahí.
- Busca a profesionales: una vez una persona me dijo que sólo los inteligentes escarmientan en cabeza ajena, por favor aprende de mí y no caigas en estos tratamientos, ya tiene varios meses que sucedió eso y mi piel aún no se recupera del todo.
- Toma mucha agua y aplica protector solar dermatológico, no el de Wal-Mart por favor, ya sé que son súper caros y vienen en frascos pequeños, pero de verdad es mejor apostar por un buen bloqueador todos los días que estar sintiendo cómo tu piel se va dañando por los rayos del sol.
¡Cuida tu piel, es la única que tendrás!