En junio del año pasado, los indicadores económicos señalaban que México, siguiendo las tendencias de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), bajaría intencionalmente su producción de crudo para así estabilizar la caída sostenida de los precios internacionales del petróleo y, además, fomentar un incremento de estos en el mediano plazo, ya que se nivelaría con la demanda.
Pues la estrategia ha funcionado, ya que los precios internacionales del petróleo llegaron a niveles no vistos desde hace tres años, cuando el barril se cotizaba en 59.45 dólares. En la última semana, los precios del petróleo se han incrementado en más de 3%, llegando a un precio el día de hoy de 64.09 dólares el barril.
Este incremento, por su parte, beneficia directamente a Pemex y, por lo tanto, a las finanzas públicas del país, debido a que las utilidades de la venta de crudo son mayores. Además, se volverán más atractivas las rondas de asignaciones para explotación de la iniciativa privada, lo que trae subastas mucho más altas y por supuesto mayor cantidad de regalías por las ganancias obtenidas de cada zona de extracción.
De hecho, se espera que las exportaciones de crudo mexicano aumenten considerablemente este año, llegando a 22 mil 800 millones de dólares (tres veces el presupuesto anual del estado de Puebla) para el mes de noviembre, lo cual superaría los 17 mil 652 millones de dólares generados en el mismo periodo del año pasado.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, ya que estos incrementos afectarán a los consumidores, quienes tendrán que pagar los combustibles a mayor precio, lo que a su vez, generará una reacción en cadena sobre los precios de otros bienes y servicios, tal y como ha sucedido desde que se liberalizó el mercado de las gasolinas.
Este efecto inflacionario proveniente del incremento de los precios de la gasolina se debe a que prácticamente todos los sectores de la economía dependen de manera directa o indirecta de los energéticos, por tanto un aumento en su precio, se traduce en mayores costos de producción.
Hay que recalcar que el gobierno mexicano ha “despetrolizado” sus finanzas en los últimos años, lo cual es positivo debido a estas se vuelven menos dependientes a la volatilidad de ese mercado. De 2012 a la fecha el porcentaje de los ingresos públicos provenientes del petróleo pasaron del 39% en 2012 a 17% el año pasado. (Vía: El Financiero)