Desde el 2000 empezó la producción de “The Greatest Showman” y como lo hemos venido viendo, los musicales regresaron para quedarse. Es un filme que cuenta la historia basada en la vida real de P.T.Barnum y cómo alcanzó el éxito hasta llegar a su famoso circo “The Barnum & Bailey Circus” y “Ringling Bros”.
Muchos podrán estar en contra y decir que “está muy cursi”, “no se adapta a la historia original” o que esperaban mucho más, pero sinceramente a mí me encanto. Me sentí niña chiquita emocionándome con la historia, con las canciones y con los personajes. Dentro de todo, es un musical motivador, desde la letra de sus canciones, y eso o te atrapa y lo amas, o lo odias y rechazas.
P.T. Barnum (Hugh Jackman) es un visionario soñador que empezó de la nada, que desde pequeño se enamora de Charity (Michelle Williams) e hizo hasta lo imposible por conquistarla y llegarle a dar la vida de lujos a la que ella estaba acostumbrada. La familia de ella nunca estuvo de acuerdo y se muestra el desprecio desde el principio. Empezó con la idea de hacer un circo de “rarezas”, figuras de cera y animales disecados pero se dio cuenta que esto no era atractivo para muchos y no vendía casi nada de boletos; no se dio por vencido y después de que sus hijas le dijeron que tenía que meter cosas “originales y vivas” se le prendió el foco.
Luego de reunir a toda la gente que le pareciera extraña y darles un hogar, los boletos se vendían solos y encontrabas desde un hombre perro, al más gordo del mundo, una mujer con barba, trapecistas, Pulgarcito y demás personajes que te hacen sentir que tus defectos son las mayores virtudes del planeta.
Todo se empieza a venir cuesta abajo cuando nos damos cuenta de que para P.T. Barnum nada es suficiente, ni tener la casa más grande, ni el mejor Show, buscaba más y más. Una noche, conoce a Phillip Carlyle (Zac Efron), que domina el terreno de la alta sociedad que él no tiene ni idea de cómo funciona y empiezan a trabajar juntos, hasta que en el castillo de la Reina Isabel conocen a una cantante sueca llamada Anne Wheeler (Zendaya) que los iba a llevar al éxito y a la ruina al mismo tiempo.
Nuestra intención no es arruinarles la película contándoles todo lo que pasa, pero de ahí surgen varias complicaciones y, como conocemos a Hollywood, todo salió bien al final.
La música memorable es lo que caracteriza está película. Para lograrlo, contrataron a Justin Paul y Benj Pasek, quienes se llevaron el Oscar por mejor canción en La La Land (City of Stars) y aquí no nos decepcionan en lo más mínimo. Todas las canciones tienen un fondo y un mensaje que te deja pensando incluso después de haber visto la película tres veces, como fue mi caso. Después de todo, el mayor atractivo del musical siempre serán la música y sus bailes, seguido por la historia y sus personajes.
Podrán decir lo que quiera, pero “The greatest showman” tiene como propósito entretener y hacer sentir bien a su audiencia, cosa que logran a la perfección. El director, Michael Gracey, logra contar esta historia a su máximo esplendor, dejándonos como enseñanza nunca darte por vencido y claro, nunca dejar de bailar y cantar. Teniendo como lema principal que “nadie ha marcado una diferencia siendo igual a todos”.