Al comunicarle la tremenda noticia de que la Sinfónica de Xalapa regresaba a Puebla después de varios años de ausencia, un amigo melómano me contestó con cierto desdén: «sí, pero como que no vienen a enseñar músculo».
Su respuesta me dejó con un cierto descontento, pues mi compañero estaba menospreciando a una gran organización musical como esta orquesta veracruzana por traer un programa integrado por dos «caballitos de batalla»: las Sinfonías número 7 en La mayor, de Beethoven, y la número 4 en Fa menor, de Tchaikovsky.
Sí, se trata de dos piezas muy de repertorio de cualquier orquesta sinfónica profesional y, sí, también es cierto que no están entre esas obras gigantescas con las que las agrupaciones sinfónicas suelen lucirse por los escenarios, pero bajémonos tantito de la exquisitez mundana y veamos lo que de verdad nos traerá este concierto.
No es que la metáfora hípica no aplique muy bien para estas dos sinfonías, pero lo cierto es que más que «caballitos de batalla» se trata de dos espléndidos corceles de guerra. Tanto Beethoven como Tchaikovsky se encuentran entre lo más tocado del repertorio, pero esa profusión de interpretaciones hace que incurramos en dar por sentado que se tratará de «más de lo mismo».
Siento mucho decepcionar a mi amigo y algunos otros que piensan igual, pero creo con una fuerte convicción que será un concierto magistral en el más amplio sentido del término. Desde luego, ambas sinfonías pueden ejecutarse hasta con un mínimo de 70 músicos, pero recordemos también que no por no estar entre lo más gigantesco del repertorio hay que tomar a estas piezas como mero trámite interpretativo para arrancar algunos aplausos, pues si en algo hay que tener cuidado a la hora de interpretarlas es en la eficaz articulación de las notas, cosa más complicada de lo que suena.
La Séptima de Beethoven fue considerada por Richard Wagner como la «apoteosis de la danza», menudo halago para una pieza que no fue escrita para ser bailada. Por otro lado, la Cuarta de Tchaikovsky, en especial sus movimientos segundo y tercero, tienen todo el tinte de los ballets del genio ruso, enmarcados por dos movimientos, el primero y el cuarto, fuertemente sinfónicos, que requieren de toda la destreza melódica de sus ejecutantes. Dicho esto, es válido irle adelantando algunos cuantos aplausos a la Sinfónica de Xalapa, pues viene con las agallas suficientes para tocar dos piezas que exigen a sus músicos y al público un poco más que el mero hecho de sentarse y hacer el papel cotidiano de intérprete y escucha respectivamente.
Dejemos la confusión entre lo grandioso y lo grandote para cuando sea necesario, pues en esta ocasión escucharemos a una de las mejores y más antiguas agrupaciones sinfónicas de México, interpretando dos piezas famosas de autores igualmente conocidos, pero con ese toque de redescubrimiento que hace única una experiencia como la que nos espera si asistimos a ella con oídos amables.
La cita es el próximo domingo 4 de marzo, a las 12:00 del día, en el Auditorio del Complejo Cultural Universitario. Los boletos tienen un costo desde 35 pesos y están disponibles en las taquillas del recinto.