Donald Trump da un paso más en su ofensiva contra los migrantes. El presidente estadounidense ha dicho este miércoles que su Gobierno está enviando “ahora” soldados armados a la frontera entre Estados Unidos y México, y ha vuelto a amenazar con su cierre. El argumento utilizado por el republicano para endurecer su discurso es que, según ha publicado en su cuenta de Twitter, una caravana de más de 20.000 personas se ha formado en el país vecino del sur y “¡México no está haciendo lo suficiente para detener y regresar [a sus países de origen a los inmigrantes]!”, ha escrito Trump en la red social. Sin entrar en detalles, el presidente de EE UU también acusó a los soldados mexicanos de haber sacado sus armas frente a miembros de la guardia fronteriza estadounidense. El Ejecutivo mexicano acaba de poner en marcha un «plan de contención» ante la escalada en el número de llegadas de centroamericanos y en los últimos días ha detenido a casi 400 personas que se dirigían al vecino del norte.
A finales de marzo, Trump amenazó con cerrar la frontera con México si no detenían “de inmediato toda la inmigración ilegal” que llega a Estados Unidos, una medida que va más allá de lo migratorio y que supondría una importante disrupción comercial en uno de los pasos fronterizos más porosos del mundo. Tras cosechar un rechazo generalizado de la idea —incluso de los miembros de su propio partido— por las desastrosas consecuencias económicas que la medida podría provocar, el mandatario reculó. Tres semanas atrás, el republicano le dio un año de plazo a su país vecino del sur para que detuvieran y devolvieran a los inmigrantes a sus países de origen antes de que tocaran suelo estadounidense. Ahora, insatisfecho con el actuar de México, el magnate neoyorquino ha vuelto a poner la amenaza sobre la mesa.
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha insistido en la necesidad de «regular» el flujo creciente de personas que atraviesa el país hacia EE UU —unas 300.000 personas en los tres últimos meses, según datos oficiales—. «No queremos que tengan libre paso, no solo por cuestiones legales, sino por cuestiones de seguridad», dijo el mandatario este martes, poco después de que se conociese la detención de 371 centroamericanos. El episodio fue solo la punta del iceberg en el endurecimiento de la postura de la Administración. Agentes de la Policía Federal y del Instituto Nacional de Migración (INM), el organismo encargado de gestionar las entradas a México, acorralaron el lunes por la tarde a una caravana integrada por unos 3.000 migrantes irregulares, en su mayoría hondureños.
Más allá de las detenciones, México ha tomado una serie de medidas para contener el fenómeno migratorio —y las reiteradas amenazas de Trump—. La secretaria de Gobernación (el equivalente a la ministra del Interior), Olga Sánchez Cordero, anunció a finales de marzo que se limitaría la emisión de visados humanitarios, dando prioridad a las mujeres, a los niños y a los mayores de 65 años. El Gobierno del país latinoamericano ahora busca impulsar la llamada «tarjeta de visitante regional», con la que los migrantes podrán ingresar a México por periodo de tiempo limitado y sometidos a una serie de restricciones: limita la movilidad a cuatro Estados mexicanos del sur y les aleja, por tanto, de su objetivo de cruzar la frontera a EE UU.
La patrulla fronteriza de EE UU arrestó o rechazó la entrada a más de 103.000 personas en marzo en la frontera con México, un alza de un 35% respecto a febrero y más del doble que en el mismo período de 2018, según datos publicados el martes por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza del gigante norteamericano. Es la cifra más alta registrada en mes de marzo en más de una década. En la batería de tuits que Trump ha dedicado esta mañana al tema, el presidente afirmaba que en lo que va del año los agentes “han detenido a 418.000 inmigrantes ilegales más que el año pasado”.
Hace unos días, la cadena de televisión CNN publicó que dos soldados estadounidenses fueron interrogados por “cinco o seis militares mexicanos” mientras llevaban a cabo una operación de vigilancia en el lado estadounidense de la frontera sur. Durante el incidente, los soldados mexicanos apuntaron sus armas a los oficiales estadounidenses, retirándole el arma a uno de ellos y devolviéndolos al vehículo, dijeron los funcionarios a la cadena de televisión. Trump se refirió al episodio y teorizó este miércoles en su cuenta de Twitter que «probablemente fue una táctica de distracción para los traficantes de drogas en la frontera». Pero advirtió: «¡Que mejor no vuelva a pasar!».
La ofensiva antiinmigración de EE UU se recrudece cuando ya han pasado más de dos meses desde que Trump declarase una emergencia nacional, argumentando una crisis de drogas y de migración ilegal en la frontera sur. Esta movida, que no contó con el apoyo del Congreso, le permite al mandatario utilizar poderes especiales para conseguir los fondos que necesita para avanzar en la construcción del muro con México.