Por Ana Teyssier
El General zapatista Celso Zepeda Mendoza (1895-1822) oriundo de Canoitas perteneciente a Saltillo Viejo en el municipio de Lafragua en el estado de Puebla (actualmente Canoitas pertenece al municipio de Guadalupe Victoria), considerado por algunos un salteador y por otros un caudillo, construyó a principios del siglo XX una capilla en la junta auxiliar de Cuauhtémoc conocida como Apizaquito, reconocida por algunos como su guarida. Celso Zepeda ha sido olvidado por la historia, sus hazañas perviven en la tradición oral en la región de Ciudad Serdán y sus restos descansan en el antiguo panteón del municipio de Tlachichuca.
A mediados de ese siglo, un grupo de personas en busca de tesoros, motivados por las leyendas sobre las riquezas ocultas obtenidas en las haciendas de la región, la posible existencia del Tesoro de la Nación con el que el presidente de la República Venustiano Carranza viajaba en tren (1920) o incluso una riqueza mayor convertida en estatuas de oro, excavaron en el piso y los muros de la capilla; uno de ellos exhausto y desesperado por no encontrar nada decidió golpear con un marro sobre la dirección contrario a la que apuntaba una flecha dibujada sobre un muro, y repentinamente sin esperarlo, quedaron expuestas varias monedas de oro.
En la cumbre de Laguna Verde o Lagunilla, ubicada en una planicie pantanosa, utilizada como espacio de descanso y bebedero para los caballos de los viajeros, entre El caballito y el Citlaltéptl (Pico de Orizaba) sobre las montañas de la Sierra de Quimixtlán en el estado de Puebla que forma parte de la Sierra Madre Oriental, existía alrededor de los años 50´s del siglo XX un viejo y robusto madroño (arbutus unedo) con cuatro ramificaciones al que le fueron ancladas dos enormes argollas a ambos lados para sujetar a los caballos.
Los buscadores locales de tesoros animados por las leyendas sobre el tesoro del revolucionario Celso Zepeda, entre los que se encontraban habitantes de la localidad de Emancipación Quetzalapa del municipio de Tlachichuca, horadaron alrededor de la base del madroño provocando su caída sin hallar tesoro alguno.
Refieren los adultos mayores que luego de una fuerte tormenta, un hombre en busca de leña descubrió el tronco rojizo del madroño, retiró algunas rajas y encontró monedas de oro en el interior. Suerte, casualidad o una extraña coincidencia.
Foto ilustrativa.
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Poblanóloga, escritora, cronista e investigadora cultural independiente. Premio
Municipal de la Juventud y el Galardón Poblano Distinguido. Ciudadana 360°.