Agencias | El País
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha condicionado este martes la aceptación de la ayuda económica de casi 18 millones de euros acordada el lunes por el G7 para combatir los incendios en la selva amazónica a que su homólogo francés, Emmanuel Macron, retire antes sus «insultos» contra él.
Preguntado por la prensa sobre las declaraciones de su jefe de gabinete, Onyx Lorenzoni —que horas antes había señalado que esos fondos quizás «sean más relevantes para reforestar Europa»— Bolsonaro adoptó un tono algo más conciliador. «¿Dije yo eso? ¿Lo dije?», respondió antes de señalar que «en primer lugar Macron tiene que retirar sus insultos». «Me llamó mentiroso [en alusión a las palabras de Macron de que Bolsonaro engañó sobre sus compromisos ambientales]. Antes de hablar o aceptar cualquier cosa de Francia, debe retirar sus palabras y luego hablamos», añadió. «Primero lo retira, luego ofrece [ayuda] y luego responderé».
Antes, su jefe del gabinete había señalado a un blog del portal G1: «Agradecemos [la oferta], pero tal vez esos recursos sean más relevantes para reforestar Europa». «Macron no logra siquiera evitar un previsible incendio en una iglesia que es un patrimonio de la humanidad y ¿qué pretende enseñarle a nuestro país?», desafió Lorenzoni, en referencia al incendio que devastó la basílica de Notre Dame, en París, el pasado abril. «Él tiene mucho que cuidar en su casa y en las colonias francesas», agregó, en alusión a los territorios franceses de ultramar, entre los que figura la Guayana Francesa, limítrofe con Brasil.
Bolsonaro y Macron mantienen en los últimos días una escalada dialéctica. El lunes, el presidente brasileño y uno de sus ministros se hicieron eco de un mensaje de burla del físico de la primera dama francesa, Brigitte Macron, de 66 años, respecto a la brasileña, Michelle Bolsonaro, de 37. “Como siento mucha amistad y respeto por el pueblo brasileño, espero rápidamente que tenga un presidente que esté a la altura”, respondió Macron ese mismo día, en una rueda de prensa en la última jornada de la cumbre del G7, en Biarritz (Francia).
En sus más recientes arremetidas, Bolsonaro acusó al gobernante francés de «disfrazar sus intenciones sobre la Amazonia detrás de la idea de una alianza de los países del G7 para salvar la Amazonia, como si fuésemos una colonia o una tierra de nadie», en una rápida escalada diplomática entre ambos mandatarios.
El pasado sábado y domingo se registraron 1.113 nuevos incendios y en lo que va de año se reportaron 80.626 en todo Brasil, un 78% más que en el mismo periodo de 2018, según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE). Pero el ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva, afirmó este lunes que la situación «está bajo control» y que por ahora solo «preocupa un poco» el fuego detectado en los Estados de Acre, Rondonia y Pará (al norte del país).
«Se ha exagerado un poco de que la situación está fuera de control. No lo está. Tuvimos picos de incendios mucho mayores en otros años», dijo Azevedo e Silva. Dos aviones cisterna Hércules C-130 lanzaron el lunes decenas de miles de litros de agua en las zonas incendiadas del Estado de Rondonia (limítrofe con Bolivia), como parte de la operación militar ordenada el viernes por Bolsonaro, en medio de crecientes presiones internas e internacionales.
Azevedo e Silva indicó que el despliegue de más de 2.500 militares, cientos de vehículos y decenas de aeronaves han ayudado a aplacar los incendios y que los focos han disminuido igualmente gracias a las lluvias en el oeste de la Amazonia.
El ministro indicó que además se espera reforzar el combate contra el fuego con brigadistas y aviones cisternas ofrecidos por Chile y Ecuador. En los próximos días, Israel también enviará «100 toneladas de material antiincendios» para evitar la expansión de las llamas, dijo a la agencia France Presse la portavoz de la Embajada de Israel en Brasil. La ayuda fue pactada el domingo por el primer ministro en funciones, Benjamin Netanyahu, y Bolsonaro en una conversación telefónica.
Niños y ancianos afectados
Porto Velho, la capital de Rondonia, suele amanecer desde hace varios días bajo una neblina causada por las humaredas de los incendios de la región, una de las más afectadas del país. En el hospital Infantil Cosme e Damião, el principal centro de atención de niños de hasta 12 años de la ciudad, varias familias esperan turno para ser atendidas por dolencias generadas o agravadas por la continua inhalación del humo en el ambiente.
«El humo puede ser muy agresivo. Los más perjudicados son los niños y los ancianos. Solemos atender una media de 240 pacientes por día. Ahora estamos atendiendo unos 280», explicó a AFP Sergio Pereira, director general del hospital. En Brasil, la creciente deforestación provocada para abrir espacio a cultivos o pastoreo agravó la temporada habitual de incendios, según expertos.
Bolsonaro trata de jugar a fondo la carta nacionalista en la Amazonia, un tema al cual los brasileños tanto de izquierda como de derecha se muestran sensibles. Desde que llegó al poder en enero, Bolsonaro protagonizó varias polémicas con los ambientalistas, llegando a cuestionar los datos del INPE y a paralizar el Fondo Amazonia, financiado por Noruega y en menor medida por Alemania, para la preservación de la selva tropical.
Su retórica creó malestar en los sectores del negocio agrícola, que temen el cierre de mercados para carnes y cereales brasileños por la sospecha de que podrían proceder de zonas deforestadas. Una encuesta realizada entre el 22 y el 25 de agosto, en plena polémica, reveló que el índice de aprobación de Bolsonaro cayó del 57,5% en febrero al 41% en agosto, en tanto que la desaprobación subió del 28,2% al 53,7%.