Fabiola Cabrera
Podemos encontrarnos cada día con diversas formas de pensar y creer que tenemos la razón y eso es válido, nos permite adaptarnos a lo que el mundo nos demanda. Mucho se dice de las “mentes cuadradas” o de conceptos como “esa persona es muy adaptable”, también escuchamos lo de “esa persona es muy controladora” o “es conformista” o “muy ambiciosa”, en fin, tenemos un sinnúmero de etiquetas para referirnos a los demás y tal vez hasta lleguemos a juzgarlos por ser y pensar de diferente forma a la nuestra.
Pero ¿cuál es la relación de estos prejuicios con nuestra economía?
Nuestros juicios, prejuicios y creencias nos definen, y si no queremos aprender a trascender o subirnos al “tren vertiginoso” que vivimos día con día, no vamos a poder avanzar como deberíamos. Es por eso que menciono lo de las “mentes cuadradas”. Si nos seguimos aferrando a la frase “a mí así me ha funcionado siempre y no voy a cambiar”, este tipo de creencias nos van a gobernar en todo y para todo, no solamente en nuestras finanzas.
Vivimos en una época en la que ya todo está permitido, y esto ha sido un shock para las generaciones que crecieron en el siglo pasado. Ahora, con la generación milenial, a la que nos hemos tenido que adaptar, mediante un sentido de vida que llaman “práctico”. Si analizamos todo lo que como humanidad hemos creado, podremos ver que todo es desechable, sintético, momentáneo.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con la economía familiar? Todo, porque como todos los artículos que utilizamos son desechables, entonces estamos viviendo en un mundo consumista. Como familia ya no nos sentamos a platicar qué es mejor comprar y qué no. Ya hasta a nosotros como padres se nos hace muy fácil que si se descompone un celular, por muy caro que nos haya costado, se compre uno nuevo y más costoso, porque en los centros de atención de telefonía móvil siempre nos van a vender el más caro, el de moda, el que tiene más funciones aunque nunca las sepamos ocupar.
Y este ejemplo lo podemos transportar a muchísimas cosas más que tenemos en nuestro hogar. Muchas veces, por no sentirnos “fuera de moda” o “viejitos” o cualquier calificativo que nos impongan los demás, accedemos a gastar por gastar o pagar objetos muy caros que ni queríamos o, peor aún, que ni nos hacían falta, con tal de no sentirnos aislados de esta nueva sociedad de consumismo, llena de practicidad, donde no importan las metas a mediano y largo plazo, ahora son, por mucho, a un mes, máximo a un año. Muy poca gente se cuestiona sobre sus proyectos, todo lo quieren vivir rápido y fácil, sólo están esperando lo que sucederá “este fin”, las emociones momentáneas que puedan vivir rápidamente.
Podremos seguir teniendo mentes cerradas, mentes abiertas, mentes prácticas o peor aún, mentes dormidas que ya ni se cuestionan nada porque no les interesa nada. Es cuestión de enfoque.