La entrega pasada decíamos quienes son los que están cercanos a la gubernatura. Ya lo decía Frank Underwood, el protagonista de House of cards: “la política es como los bienes raíces, todo tiene que ver con la ubicación”.
No hay que dar por muerto a nadie, porque eso es una gran falacia. Recuerden aquella frase de: “Cuando un político muere, mucha gente acude a su entierro. Pero lo hacen para estar completamente seguros de que se encuentra de verdad bajo tierra”. Así que como esto es una rueda de la fortuna los que estaban arriba están abajo y las cosas cambian en cualquier momento.
A nadie lo den por muerto. Solo viven el verano de su descontento. Aquí una primera entrega de quienes han perdido el poder. Faltan muchos ya irán saliendo. Insistimos, que nadie los dé por vencidos porque esto es tan cambiante y tan pragmático que en cualquier momento retoman su fuerza que tenían.
José Juan Espinosa Torres era uno de los favoritos de la 4T hasta que lo castigó Dios. Fue el primer líder del Congreso del estado y movía a diestra y siniestra los designios del Poder Legislativo hasta que por un golpe de timón, Barbosa determinó quitarle el control y se lo delegó a su fiel Gabriel Biestro. Ahora es un espectro que camina solo en las oficinas legislativas. Ha perdido todo, aunque es la fiel oposición al gobierno estatal.
Héctor Alonso Granados ha jugado en más partidos que la Tota Carvajal. Fue priista, nueva aliancista, morenista y ahora ya anda por Movimiento Ciudadano. Tiene un pésimo carácter y su ego no le permite ver más allá de su nariz. Era del equipo cercano pero ahora ya no figura en nada. Nada de nada. Es más parece que hasta nada de muertito.
Genoveva Huerta si bien es la dirigente estatal del PAN, la neta del planeta es que nadie la oye, nadie la ve, nadie le hace caso. Su papel era decir “sí, señor” cada que Rafael Moreno Valle levantara un celular o amenazara con bajarla en pleno periférico. Su función era sonreír ante las cámaras, subir selfies en Facebook e Instagram y no hacerla de jamón porque el que obedece no se equivoca, pero resulta que sus patrocinadores murieron en un trágico accidente por lo que no sabe qué hacer porque no tiene a quien obedecer.
Jorge Estefan Chidiac salió mal y de malas de la administración estatal. Nadie sabe a ciencia cierta por qué salió lastimado con Miguel Barbosa, ya que de lo que lo acusan es muy subjetivo, ningún secretario de Finanzas es cien por ciento bueno ni cien por ciento malo. Simplemente es y punto. Se refugió en Nuevo León, aunque sí apoyó a la 4T en el 2019 para que triunfara. Algo no gustó o simplemente fue el chivo expiatorio para tratar de justificar algunas medidas. No hay que perderlo de vista en un futuro, aunque no lo quieran, ya que la Mixteca la controla y puede ser un factor de poder para el 2021.
Heliodoro Luna Vite era el (dirían los nuevos clásicos) bro de Miguel Barbosa. Trabajaron juntos en el Senado de la República. Era su asesor de cabecera. Insistimos era su bro. Aparentemente, hay acusaciones de que él filtró información a algunos medios de comunicación y eso no le encantó al góber poblano. Ahora Heliodoro se fue con el grupo de Bertha Luján y a apoyar a todo lo que sea opuesto a su antiguo Bro. Esa fue una verdadera caída dentro del equipo cercano al mandatario.
Héctor Sánchez Sánchez es aún el presidente del Tribunal Superior de Justicia pero al ser muy cercano a Tony Gali Fayad tiene poco o nada qué hacer en estos tiempos de la Cuarta Transformación. No lo han removido pero realmente no tiene el mismo poder que tenía cuando gobernaba su padrino Gali. No ha dejado de ser morenovallista.
Lorenzo Rivera (sí, ya sé. No se rían) pero hasta hace poco era el dirigente estatal del PRI aunque en la realidad era un verdadero don nadie. Nomás servía para calentar la barbacoa y servirla. No tenía nada de nada. Vaya era como un cero a la izquierda. Y usó la presidencia de su partido para hundirse, para humillarse, para no hacer nada y para tener en su rancho de Zacatlán una vieja foto colgada en la pared. Triste papelón.