La megamarcha estudiantil puso al estado de cabeza.
Las demandas son legítimas.
Las quejas contra los gobiernos federal, estatal y municipales (los de antes y los de ahora) por el fracaso en el combate a la delincuencia y las denuncias contra profesores y alumnos de la BUAP que acosan a mujeres han puesto el dedo en la llaga.
Nadie se salva.
Las marchas como tal son legítimas, porque las demandas lo son.
Los partidos políticos de oposición como factores de contrapeso quedaron en ridículo, pues su apuesta en este momento es saber quién será el candidato. No es proponer temas para combatir la delincuencia, no es contrastar.
Nada más es buscar un buen hueso.
La oposición quedó rebasada, las administraciones evidenciadas, todos quedaron en un verdadero ridículo que ni un cachito de la lotería puede contener. El problema de todo esto es que no se le ve un fin. No se ve para cuándo se llegue a un arreglo.
¿La marcha de este día hará que las autoridades cambien y el nuevo secretario de Seguridad Pública estatal se ponga las pilas y entregue buenos resultados?
Honestamente, no lo creo.
Sirven las manifestaciones, sí.
Siempre y cuando todas estas sean legítimas. No sean teatros armados y que la parte inconforme como los señalados (en este caso gobierno estatal y municipales, incluyendo a la Fiscalía de Puebla) tengan la capacidad de negociar y que no solo salga una nota en la primera plana de un periódico en el que se dice: “se comprometieron a mejorar la seguridad”.
Todos los días, y cuando se dice todos los días es todos los días, hay una nota roja que mancha cualquier publicación e incluso boletín. Ya es común escuchar en los ambientes cercanos sobre asaltos, robos, secuestros, extorsiones vía telefónica y una cosa es la paranoia colectiva y otra muy distinta es que ocurre en todo el territorio poblano.
¿Hasta dónde llegará todo esto?
Pues hasta que haya respuestas claras. Y, que ambas partes, no se radicalicen y que tampoco exista una mano negra detrás de los manifestantes, que siempre puede existir o al menos la duda de la legitimidad. Aunque como dijimos, las demandas son plausibles y muchos coincidimos con ello.
Mientras los estudiantes no caigan en provocaciones se radicalicen y no sean infiltrados, el final de la historia podría ser bueno. En caso de que el gobernador Miguel Barbosa asuma una completa responsabilidad, él también puede salir venturoso de este tipo de reuniones y encuentros.
La de hoy será la prueba de fuego y en estos días se aclararán muchas dudas.