Los rumores sobre la salud de Kim Jong-un, que han ido creciendo desde que el líder norcoreano no acudiera a los actos de una destacada fiesta nacional el 15 de abril, han alimentado las cábalas sobre su posible sucesión. Y un nombre aparece en casi todas las quinielas: el de su hermana menor y mano derecha, Kim Yo-jong. Cuenta con ventajas obvias. Puede presumir de pureza de sangre. Tiene la absoluta confianza de su hermano. Y conoce desde dentro los círculos de poder. Aunque algunos expertos expresan cautela: los predecesores de Kim Jong-un también se apoyaron durante su mandato en un hermano, que no tuvo un buen final tras la muerte del dirigente, mientras es difícil pensar que una mujer pudiera liderar un régimen tan patriarcal como el norcoreano.
¿Está Kim enfermo? Es la duda que circula desde hace una semana. Este lunes Corea del Sur, el país con más información y credibilidad para contar qué puede pasar en el hermético vecino del norte, ha querido quitarle hierro a la cuestión y el consejero de Seguridad Nacional en Seúl, Moon Chung-in, ha declarado a la cadena de televisión CNN que el líder norcoreano “está vivo y con buen estado de salud”, en la localidad playera de Wonsan desde el 13 de abril. Según los medios norcoreanos, ha enviado un mensaje de agradecimiento a los trabajadores que construyen el gigantesco complejo turístico de Wonsan-Kalma. Pero Kim continúa sin mostrarse al público, lo que impide que se disipen por completo las conjeturas.
La idea de una mujer al frente sería, en principio, complicada. En el régimen pocas mujeres han logrado alcanzar niveles altos en el poder: la viceministra de Relaciones Exteriores, Choe Son Hui, una dura crítica de Estados Unidos, es una de las excepciones más notables. Los tres dirigentes de la dinastía fundada por Kim Il-sung siempre han sido varones.
Pero a la vista no hay hombres disponibles que puedan presumir de llevar la sangre de la dinastía Kim. Se cree que Kim Jong-un tiene un hijo varón, pero demasiado pequeño como para tomar las riendas. El único hermano varón vivo del líder norcoreano, Kim Jong-chul —un entusiasta de la guitarra y de Eric Clapton, según el antiguo número dos de la Embajada norcoreana en Londres y ahora, como desertor, diputado electo en Corea del Sur, Thae Jong-ho—, estaba considerado demasiado “afeminado” por su padre, Kim Jong-il. Y el hermano mayor, Kim Jong-nam, fue asesinado en el aeropuerto de Kuala Lumpur en febrero de 2017, en un acto orquestado por los servicios secretos del Norte. Otros familiares se encuentran en el exilio o alejados de los círculos de poder.
Es significativo, quizá, que la última comparecencia en público de Kim Jong-un hasta el momento haya sido para presidir, el día 11, una reunión del Politburó del Partido de los Trabajadores de Corea, la espina dorsal del régimen norcoreano, en la que se confirmó el nombramiento de su hermana como miembro suplente de ese poderoso organismo. La designación confirmaba la relevancia en la primera línea política de esta mujer de 32 años, tras el fiasco el año pasado de la cumbre de Hanói (Vietnam) entre Kim y el presidente de EE UU, Donald Trump.
A lo largo de los últimos dos años, Yo-jong ha sido una figura ubicua junto a su hermano mayor. Ha viajado con él a todas y cada una de las cumbres que ha mantenido durante la etapa de distensión y negociaciones nucleares con el presidente de EE UU, Donald Trump, y otros dirigentes mundiales. En la primera reunión con el inquilino de la Casa Blanca, en Singapur, se la vio cambiar en el último momento la pluma con la que el líder norcoreano debía firmar la declaración conjunta por otra que ella llevaba en el bolsillo. De camino a la segunda, en Hanói, recogió cuidadosamente en un cenicero la colilla del cigarrillo que había fumado su hermano, para no dejar ninguna traza de ADN. Durante aquel encuentro, vigiló celosamente cada movimiento de su hermano, semioculta detrás de las columnas, o incluso de las plantas.
Aquella cumbre, precisamente, pareció pasarle factura: nombrada ya miembro suplente del Politburó, parece que se le retiró el cargo después de que el encuentro terminara en rotundo fracaso, y el líder norcoreano y su comitiva regresaran con las manos vacías en un trayecto de 56 horas a bordo de su tren personal.
Aunque la mujer más poderosa del régimen, responsable de la propaganda —y, con ella, de la imagen de su hermano, dentro del país y en el exterior— y subdirectora del Partido de los Trabajadores, nunca desapareció de entre las bambalinas. Recuperó su nombramiento en el Politburó después de emitir, el mes pasado, su primera declaración pública, en la que acusaba al Sur, en el estilo altisonante de la propaganda norcoreana, de ser como “un perro asustado que ladra”, por protestar contra unas maniobras militares del Norte. En marzo había alabado públicamente a Trump por enviar una carta a Kim Jong-un en la que ofrecía ayuda contra el coronavirus y expresaba su interés en mantener buenas relaciones.
Su debut ante la comunidad internacional llegó con los Juegos Olímpicos de invierno en Pyeongchang, en Corea del Sur, en 2018, el marco elegido por el régimen norcoreano para explorar el deshielo en las relaciones entre las dos Coreas que ofrecía desde Seúl el presidente Moon Jae-in. Kim Yo-jong acudió como representante personal de su hermano, en una visita que abriría el camino para la primera reunión de líderes coreanos en más de una década y sentaría las bases para aquella histórica reunión entre Kim Jong-un y Donald Trump en un hotel de la isla singapureña de Sentosa.
Como ocurre con el resto de la dinastía Kim, poco es lo que se sabe con certeza de la hermana del líder supremo. Casada con el hijo de un vicepresidente del partido, nació, según NKleadershipwatch, en 1987. Como su hermano, cursó sus primeros años de escuela en Suiza, antes de regresar a Corea del Norte. Allí estudió en la Universidad Kim Il-sung, el centro de estudios superiores de élite en Pyongyang, y es posible que completara su formación en alguna institución de Europa Occidental tras la muerte de su madre en 2004. Dos años antes, cuenta la página especializada, su padre, Kim Jong-il, ya había mencionado ante representantes extranjeros el interés de su hija por la política y su deseo de hacer carrera dentro del sistema político del país.