Socorro López Espinosa
En pleno siglo XXI abunda increíble tecnología e inigualable avance científico, pero no son los adecuados (aún) para enfrentar algo tan letal como el virus que provoca la enfermedad Covid-19. Y, las industrias se preparan para enfrentarlo con herramientas básicas: agua, jabón y plásticos.
Ahora, igual que hace cientos de años, productos tan básicos marcan la diferencia entre la salud y la enfermedad. Disponer de ese armamento significa la inversión de miles hasta millones de pesos para que las industrias prevengan el coronavirus y protejan a los trabajadores.
La emergencia sanitaria detuvo actividades durante dos meses. En junio, miles de industrias reanudan labores bajo diferentes condiciones, con nuevas rutinas.
Cumplir con las normas sanitarias no es difícil; implica, eso sí, disposición, disciplina y dinero. No importa si la empresa es chica o grande.
A gasto permanente medidas sanitarias
Para Textiles Brito mantener la ‘sana distancia’ entre los trabajadores no es problema; el tamaño de los telares marca la distancia desde 2 hasta 5 metros; aunque no está por demás la advertencia de respetar las áreas. La seguridad se enfoca más en adquirir termómetros infrarrojos; disponer de unos 70 cubrebocas desechables por día; gafas de seguridad; colocar tapetes sanitizantes en las áreas de producción y en oficinas, así como la disposición de gel antibacterial en caseta de vigilancia, oficinas, área de telares y en sanitarios, por supuesto.
A partir de ahora todos esos artículos pasarán a ser un costo permanente para el fabricante de telas, Miguel Brito García-Teruel.
Si bien es un gasto que no tenía contemplado, poco menos de 60 mil pesos, cualquier erogación tras 70 días en paro, algo pesa en las finanzas. “Lo más caro son nuestros costos fijos de operación, el gas y la energía eléctrica se dispararon en más del 20 por ciento; además de mantener la nómina de unas cien personas y sin tener ningún tipo de ingreso”, acota Brito García-Teruel.
“Los trabajadores ya recibieron capacitación. Al personal de oficina y de telares se le tomará la temperatura antes de ingresar y deberá responder un breve cuestionario para confirmar su estado de salud. Lo mismo se hará con cada proveedor y visitante a la planta”.
Pruebas rápidas en fábrica de autopartes
Confiar en la colaboración de 450 técnicos para mantener un ambiente seguro es una de las premisas en Kayser de México. Ahora la seguridad e higiene va más allá de lo ‘normal’, en una planta donde aplican estrictos controles de calidad en la fabricación, montaje y pruebas de componentes y conjuntos metálicos y plásticos que provee a las armadoras de autos.
“No es fácil disponer de por lo menos 300 mil pesos, cuando durante 60 días no ingresó un solo peso a la empresa por la suspensión de labores ante la emergencia sanitaria”, dice Rubén González, gerente de Recursos Humanos de Kayser de México.
De inicio hay que adquirir: 450 mascarillas tipo P95 con filtros de carbón intercambiables; 450 gafas protectoras; comprar e instalar no menos de 40 metros de acrílico para adaptar divisiones en los módulos de oficinas y en las mesas del comedor general, es decir cada trabajador comerá “solo-pero-en-compañía”; contratar tres camiones más para garantizar la separación de asientos en el traslado de personal, ahora son seis vehículos por día.
Hay que sumar 100 litros de gel antibacterial (alcanzarán para mes y medio, aproximadamente); instalar nuevos lavamanos en exteriores, varios tapetes sanitizantes en las áreas de producción, almacén, comedor y en oficinas. También contrataron un servicio más de sanitización, ahora el servicio en sanitarios y comedor será dos veces por turno.
Sin olvidar termómetros infrarrojos para tomar la temperatura a los 500 trabajadores (técnicos y administrativos) a la entrada y salida de la planta todos los días; también a proveedores y visitantes.
Kayser compró unas 10 pruebas rápidas para detectar coronavirus; si algún empleado presenta un síntoma se le aplica de inmediato y será traslado al hospital o a confinamiento, según lo que determinen los médicos.
Rubén González dice que el regreso a trabajar será gradual, inicialmente 20 por ciento de personal en producción, mientras que el de áreas administrativas seguirá con trabajo a distancia (home-office). “Según sea la demanda de nuestros clientes BMW, Mercedes, GM o Volkswagen aumentaremos la producción y el personal, y ver cómo se ajustan los trabajadores ahora que tienen que usar mascarilla todo el tiempo y mantener ciertas normas de higiene, como lavado frecuente de manos”.
2,500 tomas de temperatura al día
Aplicar un breve cuestionario y tomar la temperatura todos los días 2 mil 500 veces implica un reto para hacerlo preciso y rápido en una empresa porcícola como Granjas Carroll de México (GCM), la bioseguridad es parte de su cultura y la ha reforzado para evitar la presencia del Covid-19.
Con 130 instalaciones que tiene en los estados de Puebla y Veracruz, donde laboran 2 mil 500 personas, la seguridad e higiene son fundamentales, señala Tito Tablada, director de Relaciones Públicas de Granjas Carroll.
La empresa porcícola opera decenas de granjas con miles de vientres, la planta de alimentos, la Procesadora de Carne de Cerdo TIF en Oriental, Puebla, los Centros de Distribución (Cedis) de carne de cerdo en Puebla y la Ciudad de México, y las oficinas de Puebla y de Perote, Veracruz.
Defenderse del covid-19 en una empresa tan sensible como la productora de carne de cerdo cuesta 6.5 millones de pesos para adquirir miles de cubrebocas, miles de caretas y lentes de protección; decenas de galones de gel y decenas de tapetes desinfectantes.
Además, instalaron arcos de vados sanitarios, señalética especializada para preservar la sana distancia, dividieron con acrílico las mesas del comedor.
Tito Tablada explica que su equipo médico de base era de tres personas, hoy ante las medidas de seguridad es de seis para atender a todo el personal.
La medida más extrema -quizás- es que dividieron en dos el único turno que operaba en la procesadora de carne, para evitar la concentración de personas. No contrataron más trabajadores, pero sus costos de operación se elevaron, porque además duplicaron el número de unidades para transportar al personal desde sus casas a la planta y viceversa.
No podemos arriesgarnos
Sus productos son necesarios, pero no esenciales según las autoridades de salud; no opinan igual amas de casa, campesinos y vendedores de frutas o el dueño de un auto. Cubetas, recipientes para comida, cajas o autopartes de plástico los fabrica Ingeniería en Plástico de Puebla (IPP) con elevados niveles de calidad y seguridad.
José María Salazar Cajica, director de IPP, afirma que los trabajadores -poco menos de 100- están conscientes de la importancia de acatar las nuevas normas para evitar contagiarse de coronavirus, así que hay que acostumbrarse a utilizar el equipo de protección todo el día y todos los días.
Lo más significativo fue ajustar la operación de almacén para conservar la sana distancia y, como en todas las demás industrias, señalizar posición de sillas en oficinas o separar mesas del comedor.
De inicio ya adquirió unos 5 mil cubrebocas desechables. “Sí, es poco el personal que tenemos, pero el cambio será diario y no podemos arriesgarnos a no tener el equipo”. Cumplir con las normas significó adquirir varios litros de pintura para marcar las señales de ‘sana distancia’; así como otras decenas de litros de gel y de jabón para la limpieza diaria del personal.
“El gasto inicial fue un 40 por ciento más de lo que normalmente se destina a medidas de seguridad e higiene en la planta. No queda de otra. Es cuestión de disciplina y estar conscientes que es para resguardar nuestra salud”, indica Salazar Cajica.
Sin desdeñar el riesgo que significa el covid-19, los industriales coinciden en que los lugares de trabajo por lo general son limpios y ordenados, pues sus productos deben tener la calidad que exigen sus clientes y también cumplir con las normas oficiales de México o de otros países.
Consideran que el verdadero riesgo está afuera, en el transporte público y en lugares donde pueden concentrarse las personas sin que usen la mascarilla. Lo cierto es que el covid-19 trastocó la vida y el trabajo de todo el mundo, literal. Y eso, no tiene ya nada de ‘normal’.