Muchos hemos criticado la actitud de Genoveva Huerta por romper la alianza con PRI y PRD en la ciudad de Puebla, pero existe la otra versión que poco se ha dicho y sale desde la misma militancia: Eduardo Rivera Pérez actúa con soberbia.
“Es cierto que va arriba en las encuestas pero quiere todo para él. Su equipo ya se repartió hasta las secretarías. No acepta a nadie que no sea de él y muchos panistas lo ven con recelo. No están con él, porque si así está ahorita, imagínate cómo se pondrá si gana la alcaldía. Estará insoportable”, confió una fuente panista que nos reservamos el nombre.
Y remató: “se ve soberbio y su equipo está en las nubes”.
Muchos han dicho ¿por qué no negocia con su propio partido?, ¿por qué estirar la liga al grado de romper? Es cierto que Genoveva Huerta se lleva los negativos, pero todos sabemos que para negociar en todo tipo de relación laboral, amorosa, familiar, política, se debe ceder. Y es ceder en igualdad para que no se generen rencores. De ser cierta esta especie, Lalo Rivera debería ser más incluyente y no es ninguna víctima de la dirigencia de su partido.
Tan malo el pinto como el colorado, dirían en el palenque.
Si ganara la alcaldía poblana él tendrá el control de todo.
Él definiría todo de todo.
Además, ¿por qué la insistencia de ir por la presidencia municipal cuando es la Angelópolis un nido de narcomenudeo, baches, problemas al interior de seguridad pública, ambulantes y Covid?
Quien gane la ciudad poblana se enfrentará al tigre. Y ya sabemos que los poblanos no somos difíciles de encantar, somos imposibles.
Nada nos parece.
Parece que don Lalo Rivera ya se le subió el cargo que aún no tiene. Y sí, es el favorito de las encuestas, pero también hay que decirlo, eso no es garantía de nada ni que gane en junio. Los punteros tienen un tope que no puede subir más en las preferencias, tiende a caer. Ejemplos hay muchos en la historia.
Si no se han dado cuenta la campaña arrancó el lunes desde que se anuló la alianza y un detalle más se suma a la contienda: la detención de “mi góber precioso”.
Los albiazules llegan divididos a la contienda y los priistas tienen un lastre espantoso que no podrán con él. Mario Marín desde el 2010 hasta hoy es un factor electoral. Vamos que hasta su detención afecta al senador Alejandro Armenta, pues tendrá el apoyo de Ricardo Monreal y lo que quieran, pero en los años del marinismo fue secretario de Desarrollo Social, presidente del PRI y hasta legislador. Fue del equipo de la burbuja marinista e impulsor de López Zavala. Y ahí hay fotos y discursos. En una contienda electoral solo es cuestión de revivir los viejos archivos.
Pero no nos desviemos del tema principal, no solo es culpable la dirigente ni sus asesores, también es responsable el propio Eduardo Rivera Pérez quien también directa o indirectamente le hace el caldo gordo a Morena.
Morena tiene divisiones es cierto y la izquierda en México es sectarista por naturaleza, pero va a ser más fácil que definan a su candidato; en el PAN ya vimos que están igual o peor. La muerte de Rafael Moreno Valle los llevó al nivel que siempre han tenido. Son el Cruz Azul de la política aldeana. Moreno Valle y sus operadores electorales eran expertos en prometer, comprar y luego olvidarse cuando obtenían lo que querían, pero ganaban, a veces a la mala, pero ganaban.
Los panistas poblanos quedaron como una banda de caníbales y eso se demostró en el 2019 cuando eligieron a Enrique Cárdenas como su abanderado.
Así que nadie se haga la víctima porque en teoría ya saben de qué trata la política y si se rompió la alianza también es responsabilidad de quien encabeza las encuestas. Y estas acciones ya entran en la campaña.
No sabemos quien vaya a ganar en junio, pero los albiazules llegan con muchos rencores. La guerra interna está a todo lo que da.
Después de todo su lema siempre ha sido “por una patria ordeñada de manera generosa”.
¿O no va así?
Ah caray.