Al final, los empresarios de Proyecta —sí, los dueños de Lomas de Angelópolis— quedaron exhibidos no sólo como una bola de gandallas con corbata, sino como lo que realmente son: oportunistas cuyo único fin ha sido acaparar terrenos a bajo costo para transformarlos en desarrollos de altísima plusvalía.
Si alguien de verdad quisiera escarbar a fondo en cómo la familia Posada Cueto amasó su fortuna, la investigación terminaría salpicando a una larga lista de personajes incómodos. Y sí, hablamos de exgobernadores como Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett Díaz, Melquiades Morales Flores, Mario Marín Torres, Rafael Moreno Valle Rosas… y los que quieran sumarse a la foto.
Fue una cadena de complicidades tejida con precisión quirúrgica: políticos, gobernantes, notarios corruptos y empresarios coludidos para convertir al Infonavit de los ricos en el emporio más exclusivo de Puebla, a costa de los que menos tienen.
Y todo ello arrasando con árboles, montes y zonas naturales que alguna vez estuvieron destinadas a ser pulmones para la zona conurbada. Hoy, cada cerro perdido es un espacio más cubierto de cemento. Cada metro cuadrado que se pavimenta en nombre del «desarrollo» es una mordida más a nuestra calidad de vida.
Pero hay que reconocer algo: el gobernador Alejandro Armenta Mier puso el tema sobre la mesa. Abrió la puerta a una discusión que incomoda a muchos: cómo es que una familia se volvió millonaria despojando a campesinos y ejidatarios de sus tierras.
A algunos no les gustó que esto se ventilara en público, menos en una mañanera. Pero al público que simpatiza con la 4T, con Morena, con el movimiento que llegó al poder en 2018 y que lo refrendó en 2024, ese público sí agradece que se hable claro. Porque se identifica. Porque lo ha vivido.
Ya hay ríos de tinta —reportajes, crónicas, columnas— que desde finales de los ochenta documentan cómo la familia Posadas Cueto se aprovechó del desamparo legal y político para hacer fortuna. Marchas campesinas, protestas, huelgas de hambre en los noventa… todo está ahí. No es nuevo, pero tampoco se olvida.
Los dueños de Proyecta seguirán derribando árboles, vertiendo cemento, vendiendo terrenos carísimos. Seguirán ganando. Pero al menos, que no ganen también la narrativa. Que no nos borren la memoria.
Que el público sepa cómo se desató este caos urbano entre Puebla, San Andrés Cholula y los demás municipios del polígono dorado. Porque sabemos algo con certeza: no donarán un solo metro cuadrado para policías, bomberos, reporteros u obreros. No lo harán. Eso les pondría en riesgo su tesoro más preciado: la plusvalía.
Al menos, quedaron expuestos. Y como dijimos al principio, el tema de los desarrollos inmobiliarios regresó al centro del debate. Nada cambiará —lo sabemos—, será más de lo mismo. Pero si cada vez hay menos árboles, menos reservas ecológicas, menos agua, y más casas sin alma, es por esa vieja y tóxica complicidad entre empresarios y gobiernos.
Eso que tanto ha denunciado la 4T a nivel nacional… aquí en Puebla tiene nombre y rostro: el cártel inmobiliario.