La neta, la neta, es que en Puebla no hay ningún interés por participar en la elección del Poder Judicial Federal. Quienes asistan el próximo 1 de junio de 2025 a las urnas o son acarreados con acordeón bajo la manga, o son verdaderamente muy, pero muy, pero muy fans de la autodenominada 4T.
Y aun si son parte de la fanaticada morenista, quién sabe si realmente sepan cómo votar, por qué, o para qué.
Necesitarán, como en la secundaria, apuntarse en el antebrazo o en los muslos —debajo de la falda del uniforme— los nombres y números de los candidatos a jurisconsultos, para votar como les hayan indicado.
Porque hay algo que sí vale la pena observar en dicha elección, y hay que hacerlo con lupa: la capacidad de movilización electoral de cada uno de los mandatarios del país.
Es un hecho que habrá operación electoral —es decir: tamal, atole, transporte y apoyo para el votante— todo para favorecer a determinados personajes, entre ellos, por supuesto, Lenia Batres Guadarrama.
Veremos con atención cuántos votos obtiene la abogada, porque ya sabemos quién va a ganar, pero aquí el secreto es ver con cuántos votos.
¿Cuánto aportará Puebla al Poder Judicial Federal? Porque esos operadores electorales ya pertenecen a este sexenio y serán los encargados de trabajar para los comicios de 2027, en los que, sí o sí, Morena querrá ganar la capital del estado, la zona conurbada y, sobre todo, entregar la mayoría de diputaciones federales o, si se puede de una vez, ¿por qué no?, el carro completo.
Es lo único interesante de dicha elección.
Lo demás es matraca, confeti, pompones de colores y porras al por mayor.
También será importante ver el nivel de abstencionismo, porque si es alto, querrá decir que:
- a) Al ciudadano común y corriente no le interesa, le vale gorro.
- b) No hubo campaña ni llamado para convencer al electorado.
- c) No quieren convalidar o legitimar el “Plan C”.
- d) Todas las anteriores.
No faltará quien, el lunes 2 de junio, salga a gritar que los comicios jurisdiccionales fueron un éxito rotundo, y hasta se atreva a calificar el hecho como “la fiesta democrática”, como en los años del PRI hegemónico.
“Éxtasis judicial”, escribiría a ocho columnas algún periódico de por aquí cerquita, por ejemplo.
En fin, es lo que hay.
Así que veremos la operación electoral en pleno y vislumbraremos lo que ocurrirá en los próximos años que, honestamente, no serán muy halagüeños para Acción Nacional o lo que quede de ese partido.
Porque, a menos que suceda algo verdaderamente extraordinario en materia económica, el futuro del país es y será color guinda. Perderán posiciones como alcaldías o diputaciones, pero no los gobiernos ni la mayoría en el Congreso de la Unión.
Es lo que hay.