La doctora Lilia Cedillo Ramírez está a un paso de la reelección. Los comicios universitarios para elegir consejeros fueron un éxito: arrasó el grupo que simpatiza con la rectora, no hubo conflictos internos ni intentos de tomar nuevamente la universidad.
Las elecciones de consejeros eran el primer paso del camino trazado para lograr su continuidad. Con la mayoría en el Consejo Universitario y si logra mantener posiciones en las facultades —aun con competencia— Cedillo se mantiene como la favorita.
Pareciera que la toma de las instalaciones en febrero pasado le dio más fuerza y coraje para seguir. Fue esa sacudida necesaria para descubrir quién era leal y quién no; quién juró lealtad y cumplió, y quién hizo lo contrario. También fue momento para aplicar los ajustes necesarios y corregir el rumbo en un honesto ejercicio de autocrítica.
Lo dijimos hace unos días: paro que no mata, fortalece. Y hoy por hoy, a la rectora Lilia Cedillo se le percibe fuerte y madura. No es gratuito ganar las elecciones de consejeros con una mayoría clara y sin incidentes.
Muchos opinólogos y comentócratas, en medio de la crisis reciente de la BUAP, hicieron sus apuestas desde la comodidad del sofá. No entendieron que esta institución es un Estado en miniatura, con sus propias reglas, su propia nomenclatura y un lenguaje único.
Solo la rectora y sus principales operadores supieron leer las señales y actuar donde debían. Porque a los amigos se les conoce en la cárcel, en el hospital… y en los paros universitarios. También ahí se desenmascara a quienes jugaron doble o intentaron sacar ventaja de un momento de vulnerabilidad.
Ser rector no es fácil. Llegar a serlo no es para cualquiera, y ejercer ese poder en la máxima casa de estudios de Puebla, menos. No se trata de imposiciones ni arreglos con el gobierno, como algunos piensan de manera simplona. Esto no es una oficina del viejo PRI ni una agencia de colocaciones de Morena. Tampoco es una elección de magistrados del Poder Judicial, como ocurrirá el próximo domingo.
Aquí hablamos de algo más complejo, con pesos y contrapesos, donde se debe tejer muy fino y soportar grillas internas y externas. La razón por la que Lilia Cedillo llegó a la Rectoría en 2021 fue porque contaba con el respaldo de la comunidad universitaria. No era burócrata, como en su momento lo fue Alfonso Esparza, quien había pasado de la Contraloría a la Tesorería y luego a la Secretaría General.
Ella representaba a los académicos, a los estudiantes, a los administrativos. Era del gremio. Y en medio del desgaste entre Miguel Barbosa y Esparza, se necesitaba a una académica y científica probada. Además, coincidió con que se convirtió en la primera mujer en ocupar la Rectoría.
Desde su llegada rompió y acabó con muchos vicios del pasado. Quizá eso provocó algunos enojos: muchos perdieron sus canonjías. No obstante, la razón recayó en ella.
Habemus rectora.
Y después de los últimos comicios sin incidentes, todo indica que:
habemus reelección.