[su_heading]Sofía Ruiz[/su_heading]
Durante años la perra Citla guió a los alpinistas hasta la cumbre del Pico de Orizaba, donde se despedía de sus compañeros para esperar al próximo aventurero y subir con él.
Así Citla, llamada de esta manera por el nombre original del volcán –Citlaltépetl- acompañó a todos sin temor alguno y también, sin adiestramiento. Sólo con la guía de la experiencia y su gran corazón.
Fue víctima de un tumor en su hígado, a pesar de los cuidados que tuvo, con 81 años de vida (años de perro), no fue tan sencillo superar la adversidad de la enfermedad que le aquejaba.
Esto no era imprevisto pues Hilario Aguilar, quien se hizo su cuidador, había reportado antes que Citla ya se encontraba grave y que su cuerpo no respondía a los tratamientos. Debido a la retención de líquidos sus pulmones se llenaron y sería muy complicado salvarla.
Citla soportaba desde los 5 mil 630 metros sobre el nivel del mar hasta una temperatura de menos 20 grados centígrados.
Todavía no se sabe cómo llegó ahí, ni cómo conoce todos los caminos hasta la cumbre del Pico de Orizaba, tampoco se conoce el por qué jamás baja de los 4 mil metros sobre el nivel del mar.
Incluso, hay quienes cuentan que la vida de Citla se debe a la reencarnación de un alpinistaPperdido en el pico; por eso ahora se dedica a salvar y ayudar a quien sea que lo necesite.
Lo que es seguro, es que Citla se convertirá en el ángel que cuide a los viajeros y aventureros dispuestos a cruzar esta montaña, donde quiera que esté ahora.