Por Sommelier Edgar Aguilar
Sibaritas, en el mes de mayo, dedicado a celebrar a las mamás, haré un pequeño homenaje a todas aquellas mujeres para seguir con la celebración no solo del día de la madre, sino celebrar a todas las mujeres. ¿Se han preguntado cuál es la influencia de las mujeres en el mundo de la enología y el vino?
La incidencia histórica de la mujer en el vino siempre ha aparecido dibujada a pinceladas irregulares o de plano desdibujada. Quizás, históricamente las primeras referencias enológicas vinculadas al sexo femenino habría que buscarlas en Francia. Allí, sobre el resto de mujeres, brillan con luz propia dos de marcado carácter que supieron, no sin esfuerzo, buscar su propio hueco en un segmento de mercado monopolizado con total exclusividad por el hombre.
La primera figura fémina que me viene a la cabeza es la de Nicole Barbe Ponsardín, a la sazón viuda de Cliquot, la cual, a la muerte de su marido, forjó la marca comercial de champaña más importante de la historia. Esta inquieta mujer mejoró el método champenoise empleado por Pierre Perignon, ideando el degüelle como solución para retirar los restos fermentativos que permanecían en la botella. El degüello de las botellas de vinos espumosos aún se continua realizando en la actualidad. La otra gran dama (y la otra gran viuda también) de la champaña fue Jeanne Alexandrine Pommery, impulsora del consumo de los champanes brut (sin azúcares añadidos); fue una visionaria en una época en la que los licores de expedición con los que se rellenaban los espumosos tras el degüello estaban llenos de azúcares que desvirtuaban por completo su sabor.
Otros nombres femeninos de relevancia histórica son Mathilde Perrier (Laurent-Perrier), Elisabeth Salmon (Billecart-Salmon) o Elisabeth Bollinger (Bollinger).
El panorama vitivinícola actual parece un poco (poquito) más accesible para la mujer, se han abierto camino entre los viñedos después de licenciarse en las universidades o prepararse en escuelas de formación profesional. Sirva como ejemplo que Mouton Rotchild o Chateau Margaux son dos bodegas referenciales lideradas por mujeres, pero son sólo dos ejemplos de una larga lista de casos que podríamos apuntar y cuya finalidad es evidenciar que la capacidad comercial de la mujer está fuera de toda duda.
Ya en el restaurante cada vez resulta menos extraño encontrarnos con mujeres ejerciendo profesionalmente de sumiller, las cuales, acompañan con la natural dulzura femenina, unos conocimientos técnicos impecables que a buen seguro nos conducirán al éxito en la elección del vino. Igualmente en los concursos nacionales se destacan ya las mujeres aunque sigan siendo dominados mayoritariamente por los hombres. En el curso de sumiller de la Escola d’Hostaleria de Girona han detectado un incremento de mujeres interesadas, que ahora suponen el 30% de las matrículas. El sumiller Agustí Ensesa, uno de sus profesores, explica que la mujer tiene una sensibilidad superior para interpretar los aromas. «En la medida en que ellas también consumen vino, es lógico que se interesen por estas profesiones», sostiene, y así se incrementa su presencia tanto en restaurantes como en bodegas.
Haciendo un reconocido homenaje a todas aquellas mujeres que dedican su tiempo, alma y pasión en las diferentes formas en las que esta profesión nos deja, haciendo que la cultura del vino se diversifique de manera homogénea sin distinción de género y que cada una de ellas imprime su amor maternal en aquellos caldos llamados vinos, los cuales acogemos en gusto y aroma a extensiones del alma misma impresas por aquellas mujeres que los crearon.