Aceptémoslo, muchas veces nos da flojera hacer un viaje por todo el proceso que conlleva: el equipaje, las prisas en el aeropuerto y terminales de autobús, querer recorrer todo en un mismo día. En fin, todo esto hace que el viaje en lugar de ser una experiencia relajante, resulte estresante y agotadora.
Por suerte, cada vez más personas están adoptando el llamado Slow Travel, el cual se enfoca en hacer casi lo mismo, pero de manera tranquila y relajada. Con pausas. Dicho movimiento busca que los viajeros exploren a fondo los países, pero a través de actividades dirigidas por los lugareños; de este modo, cada actividad se convierte en una experiencia que crea una conexión más estrecha entre el visitante, el lugar y su gente.
La clave es no temerle al tiempo y darse la oportunidad de tomar un café, sentarse en un parque o visitar el mercado de los domingos.
Ir sin prisas nos deja más espacio para planes improvisados.
Esta tendencia surgió en la década de los ochenta en Italia bajo el nombre de slow food. Aunque era más bien una protesta contra la llegada de cadenas de comida rápida a Roma. Así, opuesto al concepto de las hamburguesas instantáneas, la iniciativa se enfocó en volver a la gastronomía tradicional.
Con el tiempo, la idea de “lento” migró de la comida al arte y, finalmente, a los viajes. Al igual que las anteriores, se trata de tomarse las horas o días necesarios para conocer nuevos sitios, su historia y lo que tienen por ofrecer.
¿Cómo hacer slow travel?
Para formar parte del movimiento no es necesario que el 100% del viaje responda a dichos lineamientos. De hecho, para experimentarlo poco a poco una recomendación es aplicarlo a ciertos elementos como el hospedaje, el transporte, sitios de interés o las comidas del día.
Lo más apropiado es evadir los vuelos en avión. Para distancias largas, que normalmente se cubren por aire, la alternativa está en el tren. Para trayectos locales, lo mejor es sustituir el coche o el metro por la bicicleta o incluso, si el día lo permite, una agradable caminata.
Lo mejor es rentar una casa, un departamento, o aventurarse a acampar. Así uno puede acercarse al ritmo de vida del destino –algo que se deja de lado al hospedarse en hoteles de cadenas multinacionales.
En restaurantes y cafés
Haciendo honor al origen del slow travel, la única regla es no comer en establecimientos de comida rápida. Hay que elegir restaurantes o cafés locales, caseros, o que sean negocios familiares, ya que muchas veces son una puerta a probar sabores y platillos únicos que de otro modo no pueden disfrutarse.
¿Cómo hacer los tours?
En vez de tratar de abarcar la mayor cantidad de sitios de interés, museos, o espectáculos en un solo día, es conveniente elegir unas cuantas opciones y disfrutarlas al 100% y sin prisas. Otra recomendación es dejar huecos en el itinerario del día para planes improvisados.
Con información de Travesías Digital