Ahora que algunas empresas adoptaron para siempre el homeoffice, seguramente has fantaseado con ser un nómada digital, llevarte tu laptop y trabajar desde tu destino favorito.
Esta vez te traemos un lugar que reúne un coworking con la selva y la playa. Ya es hora de tener las piernas levantadas mientras tecleas frente a un paradisiaco lugar.
Prepara tus maletas y viaja al Parque Natural del Tayrona de Colombia. Este lugar es único, sorprendente, con ambiente veraniego y, por supuesto, con buen wi-fi.
¿Cómo llegar?
Puedes llegar al Tayrona a través del aeropuerto de Santa Marta, la ciudad importante más cercana que si te apetece visitar, merece un paseo. Pero vayamos primero a la jungla. Desde el aeropuerto puedes llegar en autobús o en transporte privado.
El Parque Natural del Tayrona es uno de los parques nacionales más conocidos de Colombia. El Parque tiene 15.000 hectáreas y en él habitan centenares de especies animales en total libertad. Sus playas paradisíacas y el verde frondoso serán las postales que respires y te lleves a casa.
Si volvemos a nuestro objetivo: el nomadismo digital en el Tayrona se puede practicar siempre y cuando uno no se meta dentro del parque. El parque es pura jungla y hay alojamientos en tiendas de campaña o hamacas, pero ninguna cobertura. Ahora bien, justo fuera, en una carretera sinuosa, llena de motos, vendedores ambulantes y algunos camiones de dimensiones desorbitadas, vas a encontrar tu propio rinconcito de cielo.
Te recomendamos estas cabañas
Decenas de hoteles y cabañas que, inmersos en la naturaleza, están completamente preparados para que puedas trabajar descalzo y acabes yéndote a una clase de yoga por la mañana o de bachata cuando hayas acabado la jornada.
En las cabañas El Viajero tienen un alojamiento pensado para el que viaja solo o tiene ganas de conocer gente. Un comedor común, habitaciones compartidas o cabañas de ensueño con duchas hacia el cielo abierto que solo interrumpen las siluetas de las palmeras. El Viajero es un lugar hospitalario en el que te reciben con un abrazo y con una sonrisa.
Es importante recalcar que aquí tienen una zona de coworking con librería, mesas, enchufes y unos cuantos aventureros en chanclas, portátil y auriculares que sirven de compañeros. ¡En las videollamadas te faltará el coco!
El gran reto: caminar por Parque Natural de Tayrona
He aquí un consejo vital: deja una mañana completa (unas 6 horas en total) para hacer la visita al parque natural. Merece la pena que sacrifiques las horas posteriores trabajando.
El Parque Natural del Tayrona tiene una entrada cerrada que se abona al inicio de la caminata. Te pondrán varias pulseras de papel dignas de festival y estarás listo. El calor de las ocho de la mañana es una buena señal de a qué hora debe empezarse a caminar. Coge una furgoneta que te acorta, más o menos, una hora de caminata y te deja en la parte de jungla. Después es todo un espectáculo. Caminas entre árboles tan altos que no se alcanza a ver el cielo.
El rugido del océano tan solo se intuye, las aves cantan y las hormigas transportan pequeños trozos de hojas por caminos milimétricos. Los hongos salen de troncos caídos, y en mitad del camino, la población indígena te ofrece agua de coco que preparan en el mismo momento. Recién caído del árbol.
Cuando divisas el mar ya estás en otra dimensión. Las playas, algunas en las que no se puede nadar por peligrosidad de las corrientes, descansan imperiales en el final de una jungla que juega a no acabarse nunca. La primera parada son las piscinas, una zona en la que el baño está permitido.
La siguiente, el famosísimo Cabo de San Juan. Allí están las cabañas para quedarse, por eso se acumulan los visitantes. A esta altura del camino, llevarás dos horas y media de caminata. Descansa lo que quieras y vuelve, pero no tardes que anochece pronto.
Tras la aventura, el lodo, las piedras, las escaladas y los baños,… es hora de volver. El coworking estará en su punto. A partir de las cuatro se vacía.
Descansa el home office en las playas del Tayrona
El resto de los días pasan entre música en directo al anochecer, partidos de vóleibol por la tarde, horas de ordenador y conversaciones en el comedor.
Con información de Traveler / Fotos: Cortesía