Ahora con las clases en línea, es muy seguro que tu celular esté lleno de notificaciones del mail, de la plataforma y de WhatsApp, todas con el mismo mensaje, la tarea de tu hij@.
Para muchos es una forma fácil de estar informados, pero cuando no tienes tiempo de revisar dichas notificaciones, ¿Quién lo hace? Nadie más tiene esa responsabilidad, y mucho menos el alumno.
Para asegurarnos de que nuestras hijas e hijos aprenden a ser responsables, debemos permitir primero que asuman riesgos. Que se equivoquen, que ellos estén a cargo de su agenda, que olviden sus deberes un día y cometan fallos. Si los monitorizamos constantemente vía smartphone, el proceso se complica.
Durante décadas las escuelas han llevado un cronograma o recados que informaba las actividades generales, el planteamiento era sencillo: con los más peques sirve para avisar a las familias de cosas como que hoy el alumno o la alumna se encontró un poco mal, de que el jueves próximo necesitará unas mallas negras con camiseta roja y zapatillas blancas, de que quieres solicitar una tutoría con los padres para hablarles de su comportamiento. La profesora escribe los recados que quiere dar, las mamis los leen, le responden “OK” y listo.
En primaria y secundaria ya tiene otro uso. Son los alumnos quienes tienen que manejar la agenda y, por tanto, encargarse de anotar las cosas que merecen ser escritas. Desde qué páginas tienen que leer de cada libro de textos hasta fechas de entrega de trabajos, días de exámenes y, bueno, de todo.
Se trata de un elemento transportable que tiene como función fomentar la autonomía y la responsabilidad personal de cada uno. Ya no hay excusas al olvidarse de entregar trabajo en un día concreto de la semana, no cuando se espera de él o ella que desarrolle el hábito de copiar en su agenda ese tipo de detalles.
Y la cosa funcionaba bastante bien hasta que…
Se empezó a poner en marcha los grupos de WhatsApp, este cerebro colectivo que ha convertido la agenda en algo redundante. ¿Qué hay examen? Se recuerda en el grupo: “Hey, el miércoles hay examen. Entran los temas 3 y 4, excepto el punto 2.C del tema 4, que no entra».
“Chicas, el viernes llevar una cartulina verde para el mural de Conocimiento del Medio”. “No olviden practicar la coreografía para la actuación del viernes. Este es el enlace de YouTube”.
Como muchas veces ocurre, la intención es buena. Como algunas veces ocurre, las consecuencias nefastas. El resultado más obvio es que quienes tienen que responsabilizarse de llevar anotadas sus actividades importantes desconectan de la tarea. ¿Por qué deberían esforzarse? ¿Por qué hacerlo?
¿Cuál es el incentivo de aprender a vestirte, si te visten solo? ¿Por qué cortar tú el filete si papá te lo deja del tamaño que a ti te gusta? ¿Por qué molestarte en copiar qué multiplicaciones tienes que hacer este fin de semana, si sabes que vas a tener a tener en el celular de mamá un pantallazo de la libreta de Majo que lo apuntó perfectamente? ¿Pasa algo si no recuerdo mis tareas, si al llegar a casa mis padres ya saben lo que tengo que hacer? Absolutamente nada.
Para que aprendan a adquirir responsabilidades, debemos permitir que asuman riesgos. ¿Que se olvidan la agenda y no recuerdan qué tarea deben hacer? Es parte del aprendizaje. Meter la pata, recordarlo para la próxima vez, fallar para entender por qué han fallado.
Cuando aprendían a caminar no les instalábamos exoesqueletos mecánicos para que no se cayeran. Se daban un sentón y lo volvían a intentar. Siendo nosotros la agenda de nuestr@s hij@s les estamos privando de ese aprendizaje, de esa capacidad para rectificar un error. Para corregirse, para mejorar.
No les estás ayudando. Les estás fastidiando.
Con información de GQ. Foto: Shutterstock