La prohibición de niños en ciertos establecimientos públicos genera debates sobre los derechos individuales y la convivencia colectiva. Los “childfree” exigen espacios libres de las risas, gritos y llantos de los niños, y dicen no estar discriminando, pues al final, estos niños crecerán. Pero ¿Qué tan valido es su argumento? ¿A caso los childfree no fueron niños? ¿No tuvieron la libertad de crecer y jugar en convivencia con otros ambientes?
El tema está generando discusiones acaloradas en internet, se cuestionan cuáles son los límites para establecimientos, empresas e inclusive las mismas personas de restringir la presencia e interacción con menores.
El asunto se volvió más viral cuando usuarios de la aerolínea Japan Airlines elogiaron a la compañía por identificar dónde estarían sentados los niños menores de 2 años en sus aviones, para que los demás pasajeros pudieran tener eso en cuenta a la hora de escoger sus sillas antes de registrarse en el vuelo.
«Muchas gracias, Japan Airlines, por alertarme de dónde los bebés planean berrear y gritar durante un viaje de 13 horas. Eso debería ser obligatorio», escribió un usuario en Twitter, en un mensaje que detonó una larga discusión.
Por un lado, los defensores de los que quieren planear sus viajes y tener más tranquilidad en un vuelo largo y, por el otro, quienes piensan que hay una creciente intolerancia y discriminación contra los niños, que todavía están aprendiendo a convivir en sociedad, inclusive a través de sus interacciones con los adultos en su entorno.
Todavía es socialmente aceptado ser intolerante hacia los niños, pero si uno hiciese eso con cualquier otro grupo (negros, homosexuales) sería con razón tachado de racista u homofóbico.
La también bloguera Cila Santos, en su blog Militancia Materna, experimentó ese debate en la vida real durante un viaje con su hijo, entonces de 4 años. «Estábamos en un autobús y eran las siete de la noche cuando mi hijo y yo conversábamos sobre lo que estábamos viendo, lo mismo que muchas otras personas en el bus conversaban», cuenta.
«Pero la chica delante de nosotros quería que lo callara. Entiendo que ella estuviese cansada, tal vez planeaba dormir. Pero, ¿qué iba a hacer?, ¿ponerle cinta adhesiva a la boca de mi hijo? ¿Dejar de hacer lo que los demás adultos hacían a esa hora cuando no estaban hablando por celular?», recuerda Santos.
El derecho a no tener hijos
El origen de la expresión «childfree» se refiere a las personas que buscan que se les reconozca el derecho a no tener hijos, pero el concepto se fue expandiendo para incluir la idea de restringir (o vetar) el contacto con menores.
«Eso se hizo a través de los medios. La esencia de la página es para aquellos que no quieren tener hijos y poder vivir en paz con esa opción», señala Ana, que pidió sólo ser identificada por su primer nombre, refiriéndose al sitio que ella creó en Facebook y que cuenta con 225.000 ‘me gusta’, además de versiones en Twitter e Instagram.
Hay quienes defienden el derecho a no tener hijos y luchan contra «esa presión social que persigue a las niñas desde temprana edad».
Tampoco está de acuerdo que se les compare con otros grupos que son discriminados. «La gente hace mucho esa comparación, pero la infancia es sólo una etapa de la vida y la persona va a dejar de ser niña algún día. Hay un 1% de espacios que no quieren niños, pero un 99% que los aceptan», señala Ana.
«Creo que es injusto decir que eso significa que queremos prohibir a los niños (en la sociedad). Ellos tienen derechos como cualquier persona pero en algunos lugares puede haber restricciones para quienes quieren tranquilidad».
Hay situaciones semejantes en diferentes países del mundo: en Roma, dos años antes, un restaurante vetó la entrada de menores de 5 años describiéndolos como «terrores incontrolables». En EE.UU., un restaurante en Carolina del Norte, que en 2017 también limitó el acceso a niños de 5 años, dice haber tenido un «notable aumento en el número de reservas».
Pero hay algo positivo que sale de esta mala tendencia de criticar a los niños o de no tener que lidiar con niños. Eso se llama convivir en sociedad. Si uno está en un espacio público, tiene que convivir con ellos y tratarlos bien, tragándose su descontento, como lo hace cualquier persona madura. Los niños no se pueden defender y sólo recientemente la infancia fue reconocida (como una etapa de desarrollo), inclusive hay padres que no entienden que son personas que están aprendiendo cómo es el mundo.
¿Cómo educan los padres?
Algunos comentan que los padres no ponen límites suficientes a sus hijos. En un primer reportaje que BBC News Brasil hizo al respecto, algunos comentaron que sus críticas no iban dirigidas a los niños en sí, pero a su educación y a los límites impuestos por los padres.
«Soy madre y entiendo que nadie está obligado a aguantarse el niño de otro, aún más niños cuyos padres no ponen límites (…). El respeto también tiene que venir de mi parte (como madre) en entender que no todos los lugares reciben niños y eso está bien también», escribió una lectora.
«Argumenta, inclusive, que la Constitución y el Código de Defensa del Consumidor garanticen a los niños los derechos de frecuentar espacios públicos y privados de prestación de servicios.
«Un niño sólo aprende viviendo en sociedad, entonces necesitamos encontrar formas de socialización, aunque sea por solidaridad y paciencia con las familia, porque los padres también necesitan protección», afirma. «Necesitamos encontrar formas de vivir, independientemente de nuestras diferencias».
¿Tú qué harías?
Con información de la BBC News