Por Gilberto Brenis / @GilbertoBrenis
Fotos: Cortesía Roberto Carlo
Uno de los rostros más amigables que hemos podido ver en la pantalla es sin duda el de Roberto Carlo. A lo largo de su carrera ha sabido entregarnos proyectos de calidad y que han demostrado no solamente su calidad histriónica, sino también personal.
Roberto nació en Monterrey, Nuevo León, y es sabedor de su gusto por el espectáculo desde pequeño. Ha sabido combinar la conducción y la actuación de manera equitativa. Si bien a últimas fechas lo hemos visto más en su faceta de conductor, no resta que sus proyectos en actuación sean igualmente relevantes.
Gentilmente, Roberto nos regala unos minutos para Revista 360º, en donde conversamos un poco de todo lo que ha logrado a su corta edad.
Gilberto Brenis: Yo sé que desde chiquito tuviste interés no solamente por el mundo artístico, sino también deportivo…
Roberto Carlo: Yo recuerdo que desde niño era yo muy “showcero”, era el típico niño que siempre estaba en el festival de la escuela cantando, bailando, el que hacía oratoria. Me encantaba participar en todos los festivales. Sin embargo, en mi infancia practiqué mucho deporte. Desde los seis años ya practicaba karate y también inicié en el mundo del motocross a nivel profesional. Yo competía y visitaba diferentes ciudades e incluso en San Antonio y Houston. Creo que mi pasión por el deporte era más inclinada porque a mi papá le gustaba mucho eso. Creo que mi papá creía que era lo que yo debía de hacer.
Pero tuviste un accidente, ¿no?
Sí, como a los nueve años en unas competencias casi me mato. Tuve un accidente muy fuerte en la motocicleta, esa fue mi última participación porque mi papá decidió que era muy arriesgado que siguiera yo compitiendo. Afortunadamente me recuperé muy rápido y quedé bien, a pesar de que sí fue algo aparatoso.
Y entonces, llegó la farándula…
Recuerdo que estando un día en el cuarto de mis papás viendo la tele, salió un comercial en Televisa Monterrey de la escuela de actuación y pensé que yo quería estar ahí. Hice una audición a los nueve años y mi entrada fue al cumplir los 10 años. Un día nos llevaron al set del programa de Pipo, que era uno de los personajes más icónicos de Monterrey. Imagínate, su programa duró 34 años ininterrumpidos al aire y en vivo. José Marroquín Leal era el nombre real de Pipo y yo lo conocí ese día. Yo tenía la manía de cargar siempre con mi grabadora y me acerqué a entrevistarlo. A él le pareció muy chistoso y le pidió a mi maestra los datos de mis papás. A la semana yo ya estaba conduciendo junto con él el programa, era como el niño reportero. Yo estuve los últimos dos aniversarios del programa antes de que falleciera.
¿Te pagaban por ir al programa? ¿Ese fue tu primer sueldo?
Sí, me pagaban 500 pesos a la semana y eran íntegros para lo que yo quisiera. Me acuerdo que vivíamos lejos del canal y teníamos que tomar carretera para llegar y yo siempre después del programa me compraba mis Ruffles verdes con salsa botanera y uno que otro juguete. Aparte empecé a cotizar en la ANDA y todo.
¿Sigues siendo fan de los Ruffles verdes?
Sí, hasta la fecha sigo siendo fan.
¿Nunca los has puesto en una torta o sándwich?
Gil, a mí no me vas a venir a contar nada de los Ruffles verdes que yo no sepa. Yo los pongo hasta en el helado. Te los recomiendo con vinagre de la lata de rajas… ¡Deliciosos! De hecho, yo desayunaba eso cuando llegué a la Ciudad de México. Era muy irresponsable con mi alimentación, pero era lo que se podía.
¿Cómo decidiste que la televisión iba a ser tu profesión?
Créeme que yo desde ese momento lo sabía, entendía que tenía que estudiar y prepararme, pero yo ya sabía que a eso me iba a dedicar. Me encantaba ir a la televisora, era mi mundo. Y debo decir que a José Marroquín Leal le aprendí mucho la disciplina y el orden, era un hombre extremadamente disciplinado. Si bien en la tele era un payaso, como jefe era un hombre estricto, duro y disciplinado. Eso se lo agradezco hasta el día de hoy. Con él aprendí a hacer las cosas bien. Obviamente seguía estudiando a la par de estar en el programa, pero desde ahí seguí trabajando.
Y cómo niño, ¿entendías la dualidad de Pipo como personaje y de José Marroquín como persona?
Recuerdo que la primera vez que lo vi sin maquillaje me sorprendí mucho, incluso le dije Pipo y no le gustó, porque no podíamos decirle Pipo si no estaba maquillado; pero entendí que era parte de esa magia del trabajo que tenía. Independientemente de ser el personaje también era mi jefe y, aunque era amoroso, también era exigente. No le gustaba que las cosas salieran mal.
¿Quiénes forman tu familia?
Mi papá, mi mamá, tengo una hermana mayor y dos hermanos más chicos. Mis papás ya están divorciados y ya vueltos a casar por su lado. Hemos sido un núcleo muy unido.
¿Cómo tomas la decisión de irte a la Ciudad de México?
Fue desde muy joven. Cuando yo era niño veía a Andrea Legarreta y quería hacer ese trabajo. Yo quería estar en un programa matutino, me gustaba la forma en la que conducía. Pero también quería actuar en telenovelas. Tenía el objetivo muy claro y dibujado a la perfección. Básicamente se dio apareciendo de extra en una grabación que se hizo en Monterrey de Rebelde, yo salía de amigo de Poncho Herrera. Yo ya estaba en la universidad y me llamaron para ir a México a hacer un extra que tenía como característica que le veía los calzones a las niñas. Eventualmente eso se acabó y me regresé a Monterrey a terminar mi carrera de Ciencias de la Comunicación en la universidad.
¿Entraste al CEA?
No, fíjate que por alguna razón nunca me aceptaron en el CEA. Intenté una vez y no me aceptaron, pero yo empecé a capitulear en La Rosa de Guadalupe y Central de Abastos. Poco a poco se fueron dando las cosas.
De alguna manera la puerta se abre con Atrévete a soñar, ¿no?
Sí, fue una locura. La telenovela fue muy exitosa. Hasta la fecha mucha gente sigue recordando mi personaje de Renzo e incluso me dicen así.
Sobre tu nombre, ¿por qué decidiste no utilizar tus apellidos Alanís Almaguer?
Siempre me ha gustado mi nombre, la verdad es que mis papás me pusieron un nombre muy artístico y me gusta cómo suena. Aunque debo decirte que luego se convirtió en un problema porque muchos me decían Roberto Carlos, con s al final.
Y la parte de conducción de un programa matutino la lograste hacer realidad en Sale el sol…
Ahí hice un casting, me sentí muy cómodo. Ya había hecho un programa para MTV, México Suena para Televisa y otras cosas. Yo llegué muy seguro, improvisé y a la semana me llamaron de nuevo. Después pasaron tres meses y de momento estaba yo con la posibilidad de conducir Enamorándonos, pero por contrato con MTV por el proyecto que había hecho no podía hacerlo por ser un formato similar y en eso me llamaron para Sale el sol.
¿Crees en el destino?
Sí, pero uno va también caminando. Yo no podría decir que todo me ha llegado, yo he trabajado mucho, lo he intencionado, lo he dirigido, busco opciones y sé hacia dónde encamino mi estrategia.
Y ahora triunfas en La más draga…
Ha sido un trancazo, Gilberto. De verdad estoy sorprendido. Yo sabía que ya era un programa fenómeno de redes sociales, pero no lo había vivido y estoy feliz de poder ser parte del proyecto. Hoy tener la posibilidad de divertirme en la conducción, en el vestuario. Lo he disfrutado mucho. Ahora… estar cerca y poder apoyar y ser voz, me satisface mucho.
Después de más de dos décadas en el medio, Roberto Carlo ha conseguido forjarse un nombre. Como él lo dice, no ha sido fácil y no le ha caído del cielo. Detrás de cada uno de sus nuevos proyectos está la misma disciplina y tesón que aprendió a los 10 años de edad siendo niño reportero en su natal Monterrey.
Actualmente también participa como concursante en un reality para HBO Max, El gran pastelero. Otro más de sus sueños que se cumple porque, si bien deseaba conducir, también anhelaba ser participante de una de estas emisiones de realidad.
En la mesa hay varios proyectos que se irán consolidando en los próximos meses y seguramente seguirán siendo tan versátiles y auténticos como lo es el propio Roberto.
PREGUNTAS TONTAS
¿Qué es lo que nunca falta en tu refrigerador?
Refrescos.
¿Tienes alguna superstición?
Sí, muchas… principalmente no paso la sal en la mano.
Si pudieras regresar el tiempo, ¿qué consejo le darías a tu yo de 15 años?
Que no tenga miedo, que confíe.
¿Qué es lo que no te gusta de ir al súper?
Ir al súper, de hecho todo lo pido por internet.
¿Con quién te gustaría tomarte un café?
Con Pipo, José Marroquín Leal. Le agradecería todo lo que hizo por mí, la disciplina que me enseñó.
¿De qué decisión profesional te arrepientes?
Creo que de haber aguantado durante un tiempo cosas en las que no estaba de acuerdo en un programa de televisión.
¿Cuáles son tus dos discos favoritos?
Fey, El color de los sueños, y OV7, Vuela más alto.
¿Qué platillo no comerías?
No me gusta el pescado.
¿Cuál es tu película favorita?
If only con Jennifer Love Hewitt.