Llegaron al cine buscando una nueva aventura en pareja, les habían dicho que en el Colonial había un área exclusiva para heterosexuales que resultaba más cómoda que en las llamadas salas comerciales de las dos empresas principales de cine del país.
Sabían que el Colonial es un referente del porno en Puebla y que podría estar viviendo sus últimos años luego de más de medio siglo de proyectar películas.
Jair y Carmen tienen 23 años, y ansiosos de buscar aventuras en pareja llegaron al inmueble histórico de la 2 poniente, entre 11 y 13 Sur.
En la taquilla les vendieron sus entradas a precio de pareja, y a pesar de que no se podía ver el rostro del cajero por los cristales que impiden conocer su rostro, notaron la sorpresa del vendedor al ver llegar a una pareja heterosexual tomada de la mano.
Y es que las historias que giran en torno al Colonial coinciden en que es un punto de encuentro casual entre hombres que buscan experiencias sexuales auspiciados con la complicidad de la obscuridad. De ahí se desprende la clausura momentánea que hizo la Secretaría de Salud.
A los jóvenes se les indicó que subieran a la zona del segundo piso en donde están el área exclusiva para parejas, mientras caminaban tomados de la mano dejando muestra de que estaban férreamente unidos y no esperaban a nadie más, pudieron observar los carteles de títulos de películas como: Gozo en el pozo, La tetanic y Más adentro.
Tímidos y a la vez interesados en lo que sucedía, los jóvenes ingresaron a su lugar para ver la proyección de permanencia voluntaria. Eran cerca de las seis de la tarde de un jueves y la presencia de más asistentes era notoria por los sonidos extraños que empezaron a escuchar.
Lo que Jair y Carmen, a quienes se les cambió el nombre para proteger su narración, buscaban era tener una aventura entre ellos auspiciada por un sitio que consideraban histórico y la proyección de la película.
Pero entre los sonidos, el olor a humedad, el constante paso de personal de seguridad y los círculos de luz que los empleados señalaban cuando una pareja se estaba propasando pudieron más con la curiosidad de los jóvenes estudiantes de psicología.
Jair preguntó al personal de seguridad sí podrían bajar a la sala principal, él le respondió que ese espacio es para personas que acuden solos y en su mayoría son hombres. La respuesta avivó más la curiosidad del joven quien le dijo a su novia que tendría que ir a ver lo que ahí pasaba.
Ella lo espero con la advertencia de qué no tardara. Bajó y entró a la sala que asemeja un patio techado, se detuvo en la primera fila y prefirió esperar de pie como estaban por lo menos una decena de hombres. Al centro de ellos, sentados en las butacas se veían las sombras de otros hombres en parejas.
Entre el sonido de la película y de los camiones que pasan por afuera se disimulaba los ruidos humanos, aunque a veces el silencio los sorprendía en su actividad y enseguida generaban la risa de los presentes que más que ir a ver la película eran partícipes de escenas reales que en ocasiones eran interrumpidas por el personal de seguridad.
Luego de ver lo que pasaba Jair subió a donde estaba Carmen y le contó detalles de lo que vio, ella río junto con él pues habían vivido lo que hasta el momento sólo eran historias para ellos. Contentos con su estadía de apenas poco más de 30 minutos ellos salieron satisfechos del lugar sin haber visto la película, pero haber conocido más de la historia de Puebla.
Las otras ofertas
Además del Colonial, en la ciudad de Puebla se pueden visitar salas con las mismas características como el El Pardavé en la 16 Oriente, entre la 2 y 4 Norte, también está el Teresa, en la 17 Poniente casi esquina con la 25 Sur.