Cuando se trata de controlar el consumo de alcohol, los jóvenes de mediana edad son más propensos a disminuirlo debido al temor de que sean el borracho embarazoso en vez de preocuparse por las implicaciones para la salud, según un estudio.
Los investigadores descubrieron que los adultos entre las edades de 30 y 65 solo tienen preocupaciones «menores» sobre los efectos en la salud. La investigadora principal, Emma Muhlack, de la Universidad de Adelaida, que realizó el estudio, comentó:
«Es sorprendente que la salud no se tome en cuenta en la forma en que este grupo de personas piensa sobre su consumo de alcohol«.
«El tema común en los datos fue que pensaban que sería inapropiado que bebieran como algunos jóvenes que terminan borrachos o haciendo cosas vergonzosas en la calle. En ese sentido, podría ser vergonzoso que se les vea bebiendo de esa manera, por supuesto es por lo que no lo hacen».
El NHS (Servicio Nacional de Salud, por sus siglas en inglés), aconseja a las personas no consumir más de 14 unidades en una semana, el equivalente a seis botellas de cerveza promedio o 10 vasos pequeños de vino de baja intensidad. Y aconseja que estas 14 unidades se extiendan durante tres días o más.
Gran parte de las campañas de los servicios de salud para reducir el consumo de alcohol se han centrado más en las implicaciones para la salud.
Pero el nuevo estudio (que revisó 13 documentos anteriores) encontró que campañas como las de NHS podrían ser más efectivas si se enfocaran en lo que realmente les importa a los bebedores de mediana edad: hacer el ridículo al comportarse de manera inapropiada.
«La salud se describió como una preocupación menor o no se consideró en absoluto», dijeron los autores.
«Los bebedores en estos estudios estaban al tanto de los mensajes de salud pública, pero recurrieron a narrativas alternativas para recrear sus comportamientos de manera que minimizaran o descartaran el riesgo personal».
Y se descubrió que cuando las personas pensaban en la salud, solo utilizaban su propia experiencia como punto de referencia para decidir si se habían excedido, no las directrices de las organizaciones de salud.
El análisis analizó lo que se consideraba «consumo aceptable» y reveló que todo era en relación con su edad, etapa de la vida e incluso su sexo, y evitando signos obvios de embriaguez.
Por ejemplo, ciertas bebidas se consideran más apropiadas para las mujeres y otras para los hombres. Además, beber en casa se asoció con mujeres, pero beber en público se asoció con hombres.
Los investigadores sugieren que las campañas que se centran en no cumplir con las responsabilidades debido al alcohol y la posible pérdida de respeto pueden ser más eficaces que los mensajes de salud.
Muhlack dijo que actualmente sabemos muy poco sobre el proceso de toma de decisiones que se aplica al consumo de alcohol de mediana edad.
«Los resultados de esta revisión nos ayudan a comprender mejor cómo el consumo de alcohol se adapta a su vida cotidiana y qué factores deben tenerse en cuenta al intentar reducir el consumo de alcohol en este grupo».