A Pepe le dicen que todo lo que hace,
que todo lo que hace está mal, y no sé por qué.
A la Puebla imparable le dicen que todo lo que hace,
que todo lo que hace está mal, y no sé por qué.
Él le echa muchas ganas, pero… nada le sale bien.
(Mientras lee lo anterior, piense en el sonsonete de aquella canción
del TRI cantando: Todo me sale mal; si la desconoce métase a YouTube).
Fue el equipo de José Chedraui Budib quien la bautizo como “La Capital Imparable” en octubre del 2024. Las expectativas para ese momento eran muy altas. Mucho hype, diría un consultor político de por aquí cerquita. Desde su toma de protesta como alcalde de Puebla en el Auditorio de La Reforma se generó la percepción que venía una nueva era.
Una maestra de ceremonias condujo el acto al que asistió todo el círculo rojo y todo es todo. Un estand de El Heraldo de México se colocó a un lado de la entrada para transmitir una entrevista con nuevo alcalde, quien regaló canapés a todos sus invitados VIP en un anexo del auditorio y una hora antes de que iniciara el acto hasta unos mariachis amenizaron la ceremonia protocolaria. Ya saben: “Qué chula es Puebla” y hasta el “Mariachi loco” sonó por el auditorio que es remodelado en cada sexenio.
Vamos, todo lucía im-pa-ra-ble.
Unos días antes, el grupo de Eduardo Rivera Pérez caía en desgracia, pues se había detectado un presunto desfalco de casi 600 millones de pesos y se vino abajo la solicitud de un préstamo para el arranque del nuevo trienio. Se había detectado que la gestión de Adán Domínguez Sánchez dejaba números rojos, calles llenas de baches, inseguridad, basura por todos lados y sin rumbo.
La llegada de Pepe Chedraui iba a cambiar todo, porque había prometido pavimentar toda la ciudad, había prometido bajar los índices de seguridad, lograr acuerdos con los líderes ambulantes. Y es que todo apuntaba a que iba a contar con grandes asesores políticos que lo llevarían de la mano.
Pero, siempre hay un pero en la sopa, al inicio de la administración la mayoría de sus gobernados entendieron que entraba sin dinero, que iba a trabajar a marchas forzadas, que haría todo para que fuera im-pa-ra-ble, no ocurrió nada.
La ciudad siguió llena de baches, la inseguridad no disminuyó, muchos de sus aliados políticos lo comenzaron a abandonar, pues se dieron cuenta de que no les hacían caso, los ambulantes invadieron el Centro Histórico, la violencia aumentaba y todo lo negativo se convirtió en im-pa-ra-ble.
No obstante, el imparable apostó por favorecer a empresas como FEMSA y organizó la Caravana de Coca-Cola. En redes sociales, muchos activistas criticaron al alcalde porque favoreció a una empresa que promueve el consumo de edulcolorantes y azúcares que provocan enfermedades como diabetes, además que los dueños de esa empresa fueron duramente criticados por AMLO, el líder moral de Morena.
Pepe Chedraui, entonces, con una ciudad con problemas, prefirió convertirse en un funcionario de selfies. Una selfie por aquí, otra selfie por acá. Una rosca enorme por aquí, otra selfie por allá.
Y así casi llegamos a los 90 días de gobierno municipal y, como todos saben, los 100 días definen el rumbo de cada administración.
¿Está a tiempo el alcalde imparable de parar la delincuencia?
¿Aún habrá oportunidad para detener al ambulantaje imparable?
Claro que sí, a ambas preguntas.
Tiene a su favor la memoria de los mexicanos que es corta y selectiva, pero esa es otra historia.