Las calles del centro de Puebla parecen vacías, lo único que brinca a los sentidos son los letreros que incitan a comprar con descuentos y el ambiente saturado de voces grabadas que promocionan tarjetas de crédito.
No faltan personas de la tercera edad que compran la comida del día, o estudiantes que vagan sin destino aparente, pero las tiendas se quedan desiertas, a pesar de que se esfuerzan por hacer entrar compradores.
Lo más notorio es la presencia de los trabajadores de la construcción que se ocupan en arreglar los daños de algunos edificios afectados por el sismo del 19 de septiembre, o de los policías que aguzan la vista para evitar que algún vendedor se quede en la acera.
No faltan ambulantes que, a pesar de desobedecer el mandato del Ayuntamiento, toman las medidas de prevención necesarias para evitar que se lleven las mercancía, tanto así que atan con cuerdas sus estantes de tijeras al mobiliario público.
Con todo y las calles vacías a primera vista, así como las tiendas que se anuncian sin éxito, entra la pregunta obligada ¿para quién es el Buen Fin?
Ahora que sacaron a los ambulantes del centro de Puebla por los operativos del Ayuntamiento de Puebla, pareciera que los consumidores prefieren no comprar en establecimientos con descuentos simulados.
La zona del Mercado 5 de Mayo (18 Poniente) vive la misma suerte, parece vacía a los ojos, acostumbrados a ver las calles repletas con vendedores informales colocados en las banquetas mientras exhiben y venden su mercancía.