Mi espíritu germanófilo no me dejó en paz, y durante la 18º Semana de Cine Alemán que ha rodado por todo el país, tuve la oportunidad de disfrutar de la mirada estética del cineasta alemán Anatol Schuster, un cine, que quizá podríamos denominar de autor, pero potente y cercano al lado más profundo de todo ser humano: sus deseos y sentimientos. Un cine bello y sumamente sensible, que se fija en lo extraordinario de lo imperceptible, que aboga por la compasión, la preocupación por el prójimo, la escucha y la tolerancia. Así que no dude en charlar con él:
En tus películas abordas asuntos existenciales, son películas profundas que van al interior de las pasiones de tus personajes, que entran dentro del laberíntico mundo de los afectos, del dilema entre la libertad y cómo a veces esta conlleva cierta soledad. Es un cine más filosófico que comercial. En este sentido, considero que tus films son muy selectivos con su público. ¿Es tu intención encontrar una audiencia específica?, ¿quién sería el espectador ideal de tus películas?
Soy muy idealista con eso, cuando hago un film no pienso acerca de a qué público podría gustarle. Pienso más bien en la historia, los temas, los personajes. Mi experiencia es que cuando encuentro algo que de verdad me inspira, hago una película. Por ejemplo, a veces hay imágenes que no puedo dejar ir, que se quedan clavadas en mi memoria, y que después quieren y deben ser mostradas. Para mí es muy importante escuchar esa voz interior que me orilla a preguntarme por qué estoy pensando y sintiendo eso, y entonces poder resolverlo en un film. Creo que si muestro algo honesto en mis películas, escenas que viene de mi corazón, así es como podré conectarlas con el público.
Tu primer film, Ein eidealer Ort (Un lugar ideal, 2015), me dejo pensando muchísimo, la película muestra el crecimiento de la industria, del capitalismo y por lo tanto cómo es que el desarrollo de las grandes ciudades centraliza toda actividad laboral, económica, cultural y artística. Me sentí muy identificada porque también fui una de esas jóvenes que corrió desesperada de una pequeña provincia a buscar oportunidades en la gran ciudad. Pero también sentí que en el film, a diferencia de lo que a mí me pasó, muestras una honda nostalgia por los grandes paisajes, la serenidad y un tipo de romanticismo alrededor de la provincia, de la vida campirana, del primer terruño. Quisiera preguntarte si tú, ahora que has emigrado de una pequeña ciudad a Berlín para hacer cine, también sientes esa nostalgia que proyectas en tu opera prima y en tu segunda película Luft (Aire, 2017), porque ambas tienen esa atmósfera. Y hablando de “Un lugar ideal”, ¿cuál es entonces ese lugar ideal?
Me gusta saltar dentro de los diferentes personalidades, que sí bien son parte de mí, también tienen características distintas con las que quiero entenderme y sentirme empático. Por ejemplo en Ein idealer Ort, la familia de Frank, el padre, que es uno de los protagonistas, ha decidido mudarse a la ciudad y antes de ello, para él suceden unas semanas duras, llenas de nostalgia por los paisajes, por el terruño que él, y esto es algo que puedo entender absolutamente, construyó. Por ello puedo reconocer esta extraña sensación de melancolía cuando paso por el paisaje en donde yo crecí, un pequeño pueblo del sur de Alemania. Cuando atravieso ese sitio, si bien siento que ese es al cual yo pertenezco, no quisiera volver ahí de nuevo, ni tampoco significa mucho para mi ahora, sólo siento nostalgia y no puedo ignorarlo, y es algo así lo que quisiera mostrar. Por ejemplo, los paisajes de Ein idealer Ort pertenecen al noroeste de Alemania, son sitios desolados, de los cuales queríamos a pesar de todas sus edificios y casas, mostrar la belleza natural de ese pueblo, para que se entendiera el sentimiento de pertenencia, el punto de vista de alguien que ha construido ahí la mayor parte de su vida, como lo hizo Frank.
En este sentido, hablando de la industria y el mercado cinematográfico, todo está concentrado en Berlín y no en las ciudades aledañas ¿Qué tan grande es la industria cinematográfica en Alemania al no tener esta cercanía como nosotros con Hollywood? ¿Cómo está distribuida la vida cultural en Alemania, también esta centralizada como en México?
Es verdad, el centro cultural y cinematográfico hoy en día en Alemania es Berlín. De hecho, y en esta paradoja, hice un film sobre Berlín estando en Potsdam. Creo que es una ciudad interesante porque tiene diferentes legados del tiempo, es una ciudad donde de verdad puedes oler la historia y sus contradicciones. En este sentido, creo que es interesante e inspirador. Y claro, la industria del cine necesita estar conectada con más personas, por lo cual Berlín es el sitio al cual todos llegan y en el cual todos terminan haciendo arte. Pero a mí me gusta descubrir los lugares que están “fuera de la mirada”, poner el foco en cosas y sitios a los que no ponemos atención, eso que nos olvidamos de ver. Por ejemplo los pequeños pueblos, que son lugares donde las personas no paran, la gente pasa y no ven esos sitios, o cuando se detienen, lo hacen con un juicio previo, y entran hacen documentales acerca de algo del pueblo que ellos ya tenían en mente y no sobre lo que el pueblo es en realidad. Los que logran detenerse no escuchan lo que de verdad pasa ahí. Entran con una opinión y solo buscan esas verdades. A mí me interesa descubrir qué es lo que la gente piensa en esos sitios desolados, así que mi equipo y yo nos envolvemos con ellos, hablamos con ellos, los escuchamos y los envolvemos en el film.
Tu segunda película trata sobre el amor entre dos jóvenes adolescentes, lo pinta de una forma bella y natural: es una poética sobre el amor en sentido puro, sobre lo que significa sentir mucho por alguien, sin importar el género ni la condición social. En Luft (Aire, 2018), entra en juego la personalidad de dos chicas, una joven de ciudad que pareciera ser sumamente egoísta, y su antagónica, la chica que es profundamente compasiva, pero de provincia. Así que tanto en Ein idealer Ort (Un lugar ideal, 2015) como en Luft (Aire, 2017), noté que la atmósfera de las pequeñas ciudades se muestra más considerada con el prójimo, más compasiva; mientras que en tu última película, Frau Stern (La señora Stern quiere morir, 2019), dibujas ya una atmósfera berlinesa, en la cual todos parecen estar muy ocupados con sus vidas como para comprender a la vieja Stern…
En Luft las dos jóvenes son contradictorias en su manera de vivir y de ver la vida, y lo interesante es cómo confrontan sus puntos de vista. En este sentido elegí a dos estudiantes protagonistas que no eran actrices, porque pensé que así sería más fácil que ambas pudieran escucharse como lo hacen en la cotidianidad y no porque están condicionadas por la profesión de actriz y un guion para interactuar. Y en la realidad, más allá de las cámaras, sí había una chica que tenía la habilidad de escuchar y entender muy bien al otro, una chica compasiva. Y otra más ensimismada.
Cuando preparé ese film pensé mucho acerca de cómo en estos días no estamos acostumbrados a escuchar a los demás, y de cómo podríamos hacer del mundo un lugar mejor, un lugar más comprensivo. Pienso que la compasión: el arte de ver y escuchar y no actuar y juzgar, podría de verdad ayudarnos a entender más, a volvernos más cercanos unos a los otros y a la naturaleza. Pienso que en el mundo de ahora, al menos en Europa y Alemania, se hace justo lo opuesto, la gente es ruidosa, la gente está envuelta en todo tipo de discusiones, tiene muchas opiniones propias pero no le importan las de los demás. Mostrar el otro lado de esa moneda, la posibilidad de una escucha compartida quizá es la idea de Luft.
Entonces ¿existe una intención ética en tus películas, la de hacer consciente a las personas?
Absolutamente, hice dos filmes muy silenciosos, atmosféricos o poéticos, y por supuesto mi idea es mostrar dos perspectivas diferentes del mundo e invitar al espectador a ser parte de ello, quizá para que entienda que el mundo puede ser percibido desde otra mirada. Desde una mirada más sensitiva. Y aunque obviamente no puedo salir de mi punto de vista sensitivo, sí intento ser empático con los demás, y mostrarlo en mi cine, lo veo como una oportunidad para que mi público intente entender al otro y volverse más sensitivo a las necesidades del otro. Por ejemplo, Frank, el padre en Un lugar ideal, es sumamente sensible pero no logra comunicarlo a su familia, no logra ponerse de acuerdo con su esposa, en este sentido, es una película que trata de la comunicación fallida, y de cómo ésta también nos lleva a la soledad.
Tu película más reciente, Frau Stern (La señora Stern quiere morir, 2019) tu hiciste esta película sin dinero del estado, porque fue un caso especial…
Sí, fue un caso especial porque cuando decidí hacer el film con ella, ella inmediatamente quiso empezar, porque era ya muy mayor, ochenta años, y porque estaba tan llena de energía en esos meses que pensé: “no sabemos y ella no sabe en qué momento puede acabar esto, porque podría ser muy rápido”. Así que filmar sobre su vida, y sobre sus locuras fue sumamente gratificante. Murió meses después de que terminamos de rodar toda la película.
¿Cuáles son tus proyectos futuros? Se que estás filmando una película en este momento, ¿nos puedas contar algo de ello, o es secreto?
Claro que sí puedo contarlo. Estoy filmando un film sobre una mujer de cuarenta años, que de un día a otro deja de hacer cosas en la vida: deja de trabajar, deja de hablar, digamos que detiene todo, y esto sucede en una gran ciudad. Entonces la gente alrededor de ella está confundida, no entienden qué pasa con ella, y tratan de encontrar una explicación, de juzgar e interpretar desde condición: “será una mujer genio”, “será una loca”, “será alguien peligrosa para la sociedad”. Así, el film trata de cómo las personas a su alrededor se confunden cada vez más y más, de cómo la sociedad se absorbe en sus prejuicios y se vuelve agresiva hacia la situación. La película se llamará Silence, pero el film no es silencioso en absoluto, porque trata de la rección ruidosa de la sociedad frente a algo que no entiende.