De rapidito. En la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) se quitaron los reflectores y se reconoció el luto. Por aquí entraron los fotógrafos al salón de conferencias del Complejo Cultural Universitario y el rector, Alfonso Esparza Ortíz, hizo su aparición en medio de los consabidos apretones de manos. No viene solo, faltaba más, lo acompaña el gobernador, también amable, abrazador y sonriente cuando se necesite.
Más rapidito. La presentación a cargo de una institucional voz en off y al acto que se nos viene la lluvia. Turno de René Valdiviezo, secretario general de la universidad, para tomar protesta del nuevo rector…que es el mismo pero ya reelecto. “Sí protesto”. Aplausos. Ahora sí, al discurso del protagonista.
Comienza con el silencio, un minuto por Mariana Fuentes, la chica asesinada en Agua Azul y por las víctimas del sismo. Tras el luto, los agradecimientos a los presentes. Por aquí Melquiades Morales, en calidad de presidente de la fundación BUAP; por allá Javier Lozano, porque la presencia en estos tiempos importa más que la decencia; por aquel otro lado el procurador Carrancá, que se dio tiempo entre tanto crimen para darse su vuelta. El obispo Víctor Sánchez Espinoza también hizo gala de presencia, repartió palabras y bendiciones a la prensa y el resto para la clase política poblana.
Mucha atención para no perder detalle. Adentro los ojos y afuera las orejas. Los reporteros se arremolinan en torno de la pantalla de plasma y la bocina que pusieron afuera del salón. Utilizan sus teléfonos para no perder detalle de la disertación mientras adentro, los colegas de la lente rafaguean con flashes a cuanta personalidad sea posible.
Tras 15 minutos de alocución, termina de hablar el orgullo universitario. Turno ahora del invitado de honor, el titular del ejecutivo estatal. Discurso corto también, más breve aún que el de su antecesor en el podio. Condena enérgica a todos lo que atentan contra las vidas de los universitarios, felicitaciones a la máxima casa de estudios y que sigan los éxitos.
Gran final con la voz institucional agradeciendo a los asistentes y a correr porque vienen las preguntas. Los reporteros de inmediato se colocan en las puertas para cachar a quien se deje. Entre los primeros en salir está Fernando Fernández Font, rector de la Iberoamericana; tras él aparecen Mario Riestra, Lucero Saldaña y los que se apuraron a felicitar al rector para salir pronto.
Dentro, las selfies, los abrazos y las sonrisas arrinconan a la máxima autoridad universitaria. De pronto, una extraña picazón comienza a incomodar a los asistentes. Entre toses y estornudos la gente desaloja el salón con comentarios de alarma y sospecha. Se acabó, hay que iniciar un nuevo ciclo. No se esperan imposibles, sólo lo justo: realidades y resultados.