“En enero me pongo a dieta”, “este fin tengo una boda y tengo que entrar en un vestido”, “nos tomamos una foto pero tápame porque engordé”, “que asco lo gorda que estoy”, “tu seguro si eres feliz porque estas flaco”, “no es una dieta, es un estilo de vida”, ¡Ya, por favor! Estoy harta y lo que le sigue del bombardeo de tonterías que escuchamos (y decimos) todos los días porque creemos que no somos nada si no estamos en nuestro peso.
Cada día me sorprendo más de cosas que hace la gente por adelgazar. Sé que es importante cuidarnos y sentirnos a gusto con nuestro cuerpo, pero de eso a poner en riesgo nuestra salud hay una gran diferencia. Todos quieren enflacar aquí y ahora. Esta es la razón por la cual a poca gente le importa el método, siempre y cuando los lleve a estar debajo de su peso ideal, porque solo así su autoestima está bien. Lo más triste de todo es que la salud pasa a segundo plano y decir que esta está en riesgo, no causa ningún tipo de impacto.
Entonces, ¿si no estás en tu peso no tienes nada? Me puse a investigar a ver qué encontraba de este tema y lo que más me llamó la atención (y me causó el mayor conflicto del mundo) no fue que hay cada vez mil métodos inútiles, sino que no hay nada que te ayude a aceptarte aunque peses lo que sea. No hay nadie (por lo menos que yo haya encontrado) que te diga que te relajes, que te quieras y que sigas un método sano para bajar de peso.
Necesito extenuar un poco (un mucho) mi frustración con todo esto, no es posible que vivamos en una sociedad tan banal donde lo más importante es entrar en un vestido, estar en tu peso, ir al gym, volverte vegano (son como plaga, paren ya) y no hay reunión en donde no salgan los típicos comentarios de “¿ya viste que enflacó cañón? Maldita cómo le hizo” o “tal está muy gordito, pobre” ¿pobre? Qué tal que es incluso más feliz que tú y se acepta así, eso no es considerable actualmente.
¡Ojo!, no estoy aplaudiendo la obesidad, es igual de perjudicial para tu salud que estar en pesos bajos de calaca. Estoy diciendo que nos rodean dos contrastes: por un lado está el extremo de vivir a dieta, ir al gimnasio todos los días, dejar de comer mil cosas “dañinas” y vivir por y para tu cuerpo porque si no, para qué vives. Por el otro, te dicen que no importa que tengas 130 kilos de más y hay mil y un artículos sobre la ropa que debes usar si tienes sobrepeso para favorecerte y que comas lo que sea, siempre y cuando seas feliz.
O vives tu vida como modelo que no come ni aire o comes como si acabaras de salir de la cárcel. ¿No podemos encontrar un punto medio? Creo que la mejor manera de acercarnos a él un poco es estar en paz contigo, te veas como te veas. Entiende que no hay dos como tú y estás tirando lo que eres a la basura si no te quieres como eres.
Siendo sinceros, creo que a la mayoría nos preocupa nuestro peso y por lo menos yo casi siempre me cuido y soy muy vanidosa, pero trato de no caer en el extremo de creer que no valgo porque no peso 40 kilos.
Propongo que nos dejemos de comparar, nos dejemos de criticar y, si queremos algo, busquemos los métodos sanos y a la gente que sabe para hacerlo. No todas las dietas te van a funcionar, no a todo el mundo le gusta hacer ejercicio, no tienes que tomar pastillas, no tienes que tomar puro líquido o comer muy poquito. Creo que hay un método para cada quien y lo mejor es probar, pero sin caer en los extremos.
Hay que dejar a un lado la idea de que todo gira alrededor de nuestro peso, esa es una percepción que te firmo que nadie más que tú tiene de ti. No vas a querer más a alguien porque enflacó, ¿o sí? No necesitas verte como crees en tu mente que te tienes que ver para encontrar el amor, el trabajo ideal y vivir la vida que siempre has querido. Si no te quieres en todas tus facetas, ¿quién dijo que te vas a querer cuando adelgaces? Si tu calidad humana está por el piso, créeme que no va a subir si enflacas y ser flaco o gordo no es sinónimo de felicidad.
Probablemente un artículo no haga la diferencia en esta sociedad que necesita tanto pegamento, pero propongo que empecemos por dejar de esperar que nos den cumplidos para sentirnos bien, dejar de ver al otro y vernos a nosotros y, por favor, dejar de exigirnos y criticarnos tanto.