¡Qué susto! Los mexicanos exclamamos esto cuando percibimos alguna amenaza que atenta contra nuestra integridad; por ejemplo: cuando tiembla o cuando una tormenta eléctrica nos despierta a las cinco de la mañana, ¡en plena pandemia! Cada que algo nos altera y nos asusta –o sea, nos estresa, nos da miedo, nos angustia– decimos: “Manden bolillos”, “Ten un bolillito”, “Saquen el bolillo para el susto”.
Todos lo entendemos porque, al parecer, es de sabiduría ancestral que el bolillo sirve para “curar” el susto. ¿Pero en serio? ¿De dónde viene esta creencia?
Lo primero que hay que responder es qué es el susto. Después iremos a qué propiedades mágicas tiene el bolillo para curarlo.
“En muchas comunidades de México se cree que el susto es una afección física y espiritual que puede causar enfermedades —dijo a Chilango la antropóloga Mayra Cárdenas—. Algunos incluso creen que, con el susto, una persona puede perder su alma y enfermarse de espanto (un estado crónico del susto), o adquirir algún padecimiento mental, del corazón o hasta diabetes”.
Según la Medicina Tradicional de México, el espanto –y el susto– se curan de diferentes maneras. “La más común es a través del sudor —dice Mayra—, para sacarlo del cuerpo. Entonces al enfermo se le unta de alcohol y hierbas para calentar el cuerpo, se le envuelve en mantas y se deja que repose y sude. También se cree que para curar el susto hay que darle alimento al estómago, “algo que asiente la panza”. ¡Aquí entra el bolillo en acción!
Aquí sí hay algo de verdad científica, pero para explicarlo vamos a ver qué es lo que realmente pasa con el susto –o mejor dicho: el estado de estrés en el que entramos cuando algo peligroso nos amenaza, como un temblor, el riesgo de contagio de covid-19 o hasta una enfurecida tormenta eléctrica.
Qué pasa cuando nos asustamos
El susto, una reacción repentina causada por miedo, ocurre cuando percibimos un peligro (real o posible) y nuestro cuerpo entra en estado de estrés, conocido como reacción de lucha o huída. Es la respuesta fisiológica del cuerpo para enfrentarse a una amenaza.
“Entonces se activa el sistema nervioso simpático y las glándulas adrenales se estimulan y segregan más cantidades de adrenalina de lo habitual —dijo a Chilango la nutrióloga Lorena Torres—; además de que liberan la hormona del estrés, cortisol. Como consecuencia, tu respiración se hace más corta y rápida, tu presión arterial sube, tu ritmo cardíaco se acelera, tus músculos se endurecen y tiemblan, las manos te sudan y quizá te sientas confundido”
Entras en estado de estrés pero también en modo supervivencia, pues en este estado de lucha o huída, el cuerpo es más veloz y más fuerte. El efecto de la adrenalina que nos hace correr más rápido o aguantar más peso es biológico y real.
Sin embargo, cuando pasa el peligro, el estado de alerta permanece y tarda mucho rato en desaparecer. Por eso, sigues sintiendo “susto” (estrés, angustia, ansiedad) durante varios minutos más. En estos momentos, cuando el peligro ya pasó, conviene ayudarnos un poco para tranquilizarnos y salir del estado de estrés. ¿Comer bolillo para el susto? Mmm… quizá hay otros caminos más efectivos.
¿Un bolillo para el susto?
“La liberación de cortisol –la hormona del estrés– influye en la liberación de insulina; y por lo tanto en la regulación de la glucosa en la sangre —dijoLorena—. Por eso sentimos que nos vamos a desmayar o “se nos baja el azúcar”. Pero, además, por toda esta cascada de cambios en el cuerpo también puede haber una mayor secreción de jugos gástricos y bilis”.
Aquí entra el mito de que comernos un bolillo nos ayudará con el susto, porque ayuda a “equilibrar el exceso de jugos gástricos. Sin embargo, “eso lo haría cualquier alimento —dice Lorena—. La realidad es que lo ideal es consumir algo de proteína y/o grasa saludable. Entonces, en vez de un bolillo solo, mejor un bolillito con aguacate. 😉”.
Lo que sí puedes hacer para que pase el susto
Respira. En el estado de lucha o huída tu respiración se hizo rápida y corta; pero es necesario que la controles para que regrese al estado normal, ya que la respiración agitada durante mucho tiempo puede provocar falta de oxígeno en el cerebro (el principio de un ataque de pánico).
Práctica de atención plena. Conviene hacer un ejercicio de respiración larga o meditación porque eso nos lleva a concentrarnos en la realidad fuera e peligro, a ralentizar la frecuencia cardiaca, normalizar la presión arterial y detener la liberación de las hormonas del estrés.
Date unos momentos para que tu cuerpo vuelva a su estado normal. Al salir del estado de lucha y huída puede que notes algunas consecuencias físicas como mareos, dolor de músculos, ganas de llorar. Lo que sea que te pase, reconócelo, evalúa y dimensiona qué tan grave es. Debes recordar que es un estado químico del cuerpo y que pasará pronto. Si lo necesitas, pide ayuda.
Si, además, cuando ya saliste del estado de estrés, quieres comerte un bolillo para el susto, hazlo, daño no te hará.
(Con información de Chilango)