Las series de época atrapan la atención de miles de espectadores por su majestuosa ambientación que consiste en presentar lujosos edificios, habitaciones con bellos murales, retratos de familia y pinturas al oleo. El arte definitivamente ha entrado en las pantallas y no como fondo, sino como elemento decisivo de las tramas.
Los Bridgerton fue una de las series más vistas en la historia de Netflix; 82 millones de cuentas la vieron en sus primeros 28 días de transmisión tras su estreno. Esta historia recrea la vida de la realeza y las familias de la alta sociedad de Inglaterra de principios del 1800.
Dada su condición de producción romántica, en las escenas aparecen numerosas pinturas, algunas claramente identificables, lo cual no resulta extraño ya que se ha filmado en mansiones y palacios reales, donde cuelgan numerosas telas, pero en los mismos escenarios se ha rodado The Crown y ahí están como mero marco del relato.
Richard Rand, director de colecciones del museo J. Paul Getty de Los Ángeles, ha efectuado un pormenorizado estudio sobre la presencia de obras de arte en Bridgerton y la función de estas en la narración. El estudio, titulado Looking at the real and imagined paintings of Bridgerton, subraya que “la manera en que los personajes se relacionan con las pinturas es la base para sustentar las políticas raciales y sexuales que impulsan la narrativa del programa”. Y esta utilización es absolutamente nueva en el medio televisivo, he ahí su carácter rompedor.
El arte como eje de Bridgerton
Durante el periodo de la Regencia (1811-1820), en que está ambientada Bridgerton, el arte era el vehículo para mostrar el estatus, la situación de una persona en el mundo.
La serie parte de una premisa arriesgada pero clara: la sociedad del momento ha superado las diferencias raciales, una integración tan evidente que la reina Carlota es presentada como una mujer de color, y una nobleza multirracial forma parte de las esferas sociales más altas: no sólo la reina es negra, también lo son varias de sus damas y el propio Hastings, nuestro enamoradizo duque. Esta reinvención se sustenta en algunas y muy discutidas interpretaciones históricas que hacen descender a Carlota de Mecklenburg-Strelitz (1744-1818) de una rama negra de la familia real portuguesa (Alfonso III y una de sus amantes, Madragana).
Asesorados por expertos en arte
En un momento en que los rodajes disponen de consultores tanto para ayudar a los actores en las escenas de sexo como para el evitarles el sufrimiento y el sentimiento de culpa cuando se trata de historias sobre el racismo o la esclavitud, los Bridgerton han contado con un equipo de consultores históricos pero también expertos en historia del arte que se han inspirado, con licencias y tuneados, pero inspirado en artistas que bien podrían haber pintado los retratos de la reina y la corte, como Thomas Gainsborough, sir Joshua Reynolds o incluso retrocediendo más, William Hogarth.
La Regencia vivió el arte como un elemento imprescindible de la actividad social, y eso se ha trasladado a las pantallas: en uno de los episodios, la familia asiste a la inauguración de una nueva ala de Somerset House. El cuadro ante el que la joven Daphne y el duque descubren que son almas gemelas, ha sido identificado por varios historiadores; se trata de una adaptación, de nuevo, de una obra real, Paisaje de la huida a Egipto (c. 1650), de Aelbert Cuyp; en este caso se han eliminado las figuras para centrar la atención de la atmósfera de paz que desprende la pintura y que inspira a los inminentes enamorados. La tela refuerza de nuevo la pertenencia de los Hastings a la aristocracia, ya que forma parte de la colección de pintura familiar; sí, los Hastings son mecenas de artistas, como cualquier noble que se precie.
El arte también es clave para ofrecer una visión alternativa, feminista, de la historia central, duque calavera encuentra chica inocente y se casa con ella. Caroline Giggis, historiadora del arte especializada en feminismo y editora de Tesserae Press, ha estudiado la figura de Eloise Bridgerton, hermana de Daphne, quien tiene otras aspiraciones muy alejadas del matrimonio. Mientras asiste con su amiga Penelope Featherington a la ya citada inauguración en la Somerset House, ambas contemplan el Venus y sus ninfas de Louis-Jean François Lagranée. A la vista de las mujeres desnudas que aparecen en la pintura, Eloise se convierte en una precursora de las Guerrilla Girls: “como todas estas pinturas, fue hecha por un hombre, que ve a las mujeres nada más que como un objeto decorativo”. Más aún: en la habitación de Eloise encontramos un retrato de Mary Wollstonecraft, activista por los derechos de la mujer y madre de la escritora Mary Shelley.
Y otro detalle, Siena Rosso, la cantante de ópera relacionada sentimentalmente con el mayor de los hermanos Bridgerton, Anthony, quien en su condición de heredero no se atreve a formalizar el compromiso con una mujer de origen tan inferior, tiene en su dormitorio un cuadro de Rosalba Carriera (1675-1757), Dama con loro. Carriera, procedente de una familia de clase baja veneciana, logró triunfar como pintora, fue admitida en la Academia de Bolonia y tuvo entre sus alumnos a la reina de Polonia. Habrá que ver si la segunda temporada de la serie, centrada en los mores de Anthony y Sienna, consolidará esta visión más actual el personaje.
Con información de La Vanguardia