¿Por qué el perro mueve la cola?… porque el perro es más listo que su cola, si la cola fuera más lista, movería el perro.
Escándalo en La Casa Blanca, 1997
Claudia Rivera Vivanco está mal y de malas. A un mes de asumir el cargo como presidenta municipal de Puebla, la ciudad está patas pa’rriba: ambulantes, baches, inseguridad, panistas infiltrados en su administración, una prensa incómoda o mala prensa, pleitos con sus correligionarios y con diputados de su partido, presiones y una gran falta de operación por parte del personal del Ayuntamiento.
Los estudiosos de la administración pública han establecido que cada gobernante debe cumplir cien días (tres meses y diez días) para determinar cómo se comportará en el resto de su administración. Llevamos un mes y ya vimos que es una cadena de errores. Claro, faltan dos meses y diez días, pero el tiempo corre y no hemos visto nada sorprendente… o, bueno, sí: un montón de inseguridad en la capital poblana.
Uno de los principales yerros que ha tenido la alcaldesa Rivera son sus declaraciones ante la prensa, es decir, que estos errores tienen que ver con su área de comunicación. Por ejemplo, cuando los ambulantes se volvieron a adueñar de las calles del Centro Histórico, la presidenta declaró a la prensa: “El tema del ambulantaje es porque una gran parte de la población que viene y les compra, si no, no tendrían ninguna razón de ser. No es una cuestión del gobierno, no es una cuestión únicamente de quitar o de poner, sino que socialmente, o culturalmente, la sociedad está dispuesta a comprarles”, dicha declaración la hizo el 4 de noviembre pasado.
Posteriormente, esta nueva administración municipal comenzó a enfrentar una ola de violencia. Entre los casos más sonados están: los dos hermanos de la colonia Aquiles Serdán asesinados en un minisuper; la mujer que fue acribillada en la recta a Cholula; ayer, una balacera junto al Colegio Andes y los asaltos sobre la Atlixcáyotl a Benjamín Paz y a la hija de Blanca Alcalá.
Al respecto, la alcaldesa ha culpado a la administración anterior (encabezada por Luis Banck) al señalar que la delincuencia es su herencia; ha responsabilizado a la administración estatal, también ha dicho que nadie quiere trabajar de policía y sugirió que es por la incertidumbre por la impugnación de la elección del 2 de julio pasado a nivel estatal. Más un sinfín de argumentos que en nada ayudan a la imagen del ayuntamiento capitalino.
Así que añadan una crisis más al calvario de Claudia Rivera, el de la comunicación, y es que aquí la comunicación es la clave de todo. No quiere decir que por establecer una buena estrategia ya se van a resolver todos los problemas y que los ambulantes irán a rentar locales y por fin pagarán impuestos y servicios, no. La comunicación es la clave porque puede explicar su rumbo, su plan, su misión, su visión y sus valores, así como sus objetivos.
En pocas palabras: parece que no hay un plan para la ciudad de Puebla, ¿o si? Con un buen plan explicado y difundido a través de redes y medios de comunicación se puede lograr la confianza ciudadana, si es que de verdad su meta sea reelegirse.
Sería muy bueno que Armando Rocha, director de comunicación social, ayude a su jefa, no que la censure, pero sí que tenga un plan para que la alcaldesa o, en su caso, un vocero, informe a los medios y no salga con ideas que se les ocurrieron por la mañana, a la hora de los Corn Flakes.
En tiempos de crisis, dicen los que saben de consultoría política, lo mejor es reconocer los errores y corregirlos. ¿Recuerdan el caso de Mario Marín y Lydia Cacho? ¿Qué hubiera pasado si el gobernador sale públicamente y admite que usó la fuerza para detener a “esa vieja cabrona” y reconoce que sí era su voz, en lugar de decir que «era su voz pero no era su voz»?
Tampoco se trata que se inmole la alcaldesa, pero si se la pasa repartiendo culpas, los resultados en dos meses y diez días podrán ser desastrosos. Ya me imagino: acusando a la prensa que no le deja hacer su trabajo, que todos están en su contra. Ese escenario ya se vivió cuando el alcalde de Puebla era Gabriel Hinojosa Rivero y el resultado no fue nada halagador para él.
Es cierto que en Puebla ha crecido la inseguridad y que Rivera no es la responsable de los delitos, pero sí es la encargada de establecer estrategias para prevenirla. Es cierto, la incidencia del robo de hidrocarburo ha hecho que las bandas delictivas se den sus paseos por la Angelópolis, pero cada vez nos enteramos que más personas cercanas o vecinos fueron asaltados.
Cierto, Rivera Vivanco no es la encargada del área, pero sus declaraciones en nada ayudan a su imagen. Ella no ha sabido delegar responsabilidades. Tuvo suerte cuando usó sus tenis blancos mientras había una balacera por la zona de la Fayuca y el mercado Unión, pero no siempre hay que cambiar de ropa o romper esos estereotipos para gobernar bien.
La verdadera crisis de Claudia Rivera está en su área de comunicación social: primero debe aceptar sus errores, pero esperemos, que aún tiene a su favor 70 de los 100 días en los que debemos ver cómo gobernará esta ciudad. Ojalá y nos impresione, pero para bien.