El pleito por la seguridad de la Angelópolis ya se salió de control. No se trata de ver quien tiene la razón si el gobierno del estado o si el ayuntamiento de Puebla. Se trata de que ambas partes lleguen a un acuerdo porque de lo contrario las bandas del crimen que ya están desde hace años en la ciudad y zona conurbada continuarán como hasta ahorita.
Es un pleito absurdo, como bien lo llamó el periodista Ricardo Morales. Un pleito en el que ya se han metido muchas manos y hay muchos egos porque ninguna de las dos partes quiere admitir sus errores.
El problema es el siguiente y es real: ante la ola de despidos que se espera sucedan en los próximos días por las bajas ventas (y no salgan a decir que no, porque en general muchos negocios han bajado momentáneamente sus cortinas y eso a todos nos pega), delinquir es una opción, que no se justifica pero es una posible realidad.
Las bandas del crimen organizado no irán a Palmarito Tochapan o a Ahuazotepec, no. La gente vandalizaría los centros comerciales y las tiendas de autoservicio instaladas en Pue-bla. Repitan: Pueeeee-bla. No es que lo deseemos, aclaro, es que es una posibilidad ya que la economía es la más dañada.
Sino hay acuerdos entre el estado y el municipio, la situación se tensará más y ocurrirá lo que ha pasado desde que Tony Gali era gobernador: los criminales hacen lo que les venga en gana, total no ven ninguna autoridad a quien rendirle cuentas.
Es la primera vez que se ve a un gobierno de un partido acusar públicamente a un ayuntamiento de ese mismo instituto político de consentir y hasta ser cómplice del hampa. En la historia de Puebla es un hecho inédito. A lo mejor ocurría pero no se decía en público. La ropa sucia se lavaba en casa y no frente al respetable.
Y si es o no cierta dicha acusación, situación que ambas partes deberán aclarar ya que es una acusación muy seria, mientras eso ocurre, la inseguridad está ahí, no baja pero sí sube.
¿A dónde llegará todo este conflicto?
Queda claro que la alcaldesa se siente protegida por un área de la Presidencia de la República y que, por otro lado, el gobernador siente que le asiste la ley y el Derecho de ejercer su mando sobre la cuarta ciudad más importante de Puebla.
Es urgente que ambas partes se sienten a dialogar y lleguen a un acuerdo: si lo conveniente es que Claudia Rivera Vivanco designe al secretario de Seguridad Pública o si lo conveniente es que llegue como delegada Carla Morales Aguilar.
Si esto fuera un juego de ajedrez, alguno de los dos hubiera levantado las manos y permitido los cambios, total que si las cosas salen mal no se lo pueden adjudicar a quien lo permitió. Por otro lado, quizá la alcaldesa poblana tiene miedo a que después de que se metan a su casa vayan por otras cabezas y la dejen sin poder.
Es una guerra de vencidas en las que gane quien gane va a salir perdiendo porque los ciudadanos que están enterados de este conflicto les preocupa más su seguridad a que no se lleven bien entre autoridades.
En fin, muy sus gobiernos, muy sus decisiones. Vamos mejor a seguir en casa picándonos los ojos en esta cuarentena.