Dicen que en el CEN del PAN le van a cerrar las puertas a los intereses externos que están atrás de la líder estatal de ese partido, Genoveva Huerta. Que Marko Cortés ya dijo que no quiere la mano negra de quienes, en estas últimas fechas, manipulan a la dirigente albiazul en Puebla.
Tienen todo el expediente de quién es esa persona, cómo opera, su interés de apoderarse de Acción Nacional, saben que ha querido meter las manos en el PRI –como lo detalló ayer el periodista Ricardo Morales en su columna– y que no van a jugar con las cartas que él proponga.
Está vetado.
Ve-ta-do.
Marko Cortez, dicen las fuentes consultadas, tiene muy clara la radiografía poblana y sabe que este 2021 puede dar la batalla en la zona conurbada a Puebla tanto en diputaciones locales y federales como en alcaldías.
Eso dicen.
Genoveva Huerta cometió muchos errores: uno de ellos fue el abrir su juego y mostrar sus cartas. Mostrar que su lealtad no es a su partido sino a esas manos negras que operaron en el interinato reciente y que quisieron apoderarse de su partido a nivel municipal con Eduardo Alcántara.
Esas manos negras no suman sino solo acusan a los morenovallistas como cuando jugábamos “tú las traes”. No apuestan a que se unan los blanquiazules, más bien se apuestan a denostar figuras como Eduardo Rivera o a otros militantes que tienen posibilidades de ganar en los comicios del año entrante.
El problema del panismo es que aún no entiende que ya no depende de Rafael Moreno Valle y que para sobrevivir ya no debe buscar a su sustituto en sus formas, aunque venga del mismo grupo político.
Quien está atento a todas estas jugadas en el ajedrez poblano es Miguel Barbosa quien aún no ha mostrado cuál es la pieza que sacrificará en el tablero y quien será su verdadero alfil. Es un hecho que el gobernador de Puebla ganará hasta perdiendo y seguramente se divierte de ver a su presunta oposición que no lo rosa ni con el pétalo de un sarcasmo.
Y aclaro que no es mi interés defender a Barbosa (para eso trabaja y le paga a un equipo de comunicación social), pero al tener una oposición tan tibia, anodina, pues no queda más que decir que el BOA poblano son como esos perros que le ladran a las llantas y las persiguen; cuando el auto se detiene los animales ya no saben qué rumbo tomar.
Cada jugada del BOA es analizada desde Casa Aguayo porque son muy evidentes y en vez de sacar ya abiertamente una bandera de guerra, ir por un kilo de huevos al Oxxo y fajarse los pantalones, solo dan tumbos que no representan el sentir social.
En fin, allá ellos y sus quejas.
En San Andrés también hace aire
Cuentan algunos restauranteros de San Andrés Cholula –no diremos sus nombres para que evitar represalias– que la semana pasada les avisaron que el viernes pasado podrían abrir sus negocios y recibir a su clientela.
Los dueños de los restaurantes felices buscaron a sus principales clientes y establecieron normas de sanitizar el lugar, tomar la temperatura, poner mesas alejadas, no admitir muchas personas. Mandaron a hacer estudios a sus cocineros, lava vajillas, personal de limpieza, meseros, a todos sus equipos para asegurarse de que no haya contagios.
Les avisaron de la comuna que además podrían vender alcohol.
El viernes fueron solo sus clientes consentidos a la reapertura y los dueños estaban contentos ya que un mes más y de plano cerraban porque están endeudadísimos con tal de mantener su negocio funcionando.
Pero llegó el sábado y les clausuraron. Les amenazaron con encarcelar si abren y las multas al parecer son de más 50 mil pesos, si desobedecen.
–Oiga, pero ustedes me dijeron que podría abrir– reclamó uno de los dueños al vulgar empleado de Normatividad Comercial.
–Yo no le dije nada y son órdenes superiores. Además, si venden alcohol les cerramos nuevamente. Pueden vender hasta que el semáforo esté en verde.
Así se las gastan en ese municipio del que prometí no hablar, pero estas injusticias sí que calan.
Hay que decir que así ocurre en Puebla capital, pero los ambulantes hacen lo que les venga en gana y a confesión de un funcionario le dijo a este reportero: “es que los comerciantes informales viven al día, por eso se les permite”.
¿Y los meseros, lava vajillas, valet parking, limpieza y seguridad no viven al día?
Estamos todos majaretas, como diría el gran Óbelix.