Desde hace aproximadamente un año y medio, comenzó una nueva manera de censurar periodistas de parte del poder. Arrancó ese sistema en pleno morenovallismo con las redes sociales, en especial twitter al crear bots, cuentas de haters (odiadores) y troles. Esas salían desde la oficina de Puebla Comunicaciones y tendían a desprestigiar periodistas que criticaban al régimen.
A mediados del 2011, Moreno Valle junto con Fernando Manzanilla, su secretario de General de Gobierno, quisieron controlar a la prensa quitando el delito de difamación pero al mismo tiempo crearon la figura de daño moral con sanciones económicas altísimas que afectaban a la prensa. Un grupo de periodistas nos unimos para ir al Congreso del estado y poner en evidencia que la medida era cosmética y se pretendía dañar a los que nos dedicamos a informar.
En ese momento, tanto el periodista Edmundo Velázquez como a un servidor se nos ocurrió crear el hashtag #rafamordaza. En ese momento, los troles y odiadores contratados en Puebla Comunicaciones se pasaron atacando periodistas que evidenciaban la censura del morenovallismo; dicha acción, hay que decirlo, dirigida desde Casa Puebla y desde la entonces Secretaría de General Gobierno.
Como pocos conocíamos aún el manejo de las redes nos enganchábamos fácil, pero esos bots contratados nos ofendían, atacaban, denostaban e incluso se metían en temas personales. La reacción de muchos fue mejor quedarse callados.
Posteriormente, descubrimos que se crearon cuentas para festejar y promocionar las acciones del morenovallismo como: la reinauguración del Parque Ecológico, el Parque del Arte, la Rueda de la Fortuna y hasta la inútil Smart City. Todas esas cuentas decían lo mismo pues era un robot que controlaba algoritmos que se activaban desde Puebla Comunicaciones.
Ese mismo sistema se hacía para alabar al morenovallismo o para atacar periodistas o líderes sociales. Y como tenían el servicio de espionaje de primer nivel en ese sexenio, mandaban mensajes cifrados para que la gente se callara, ya que buscaban temas personales para amedrentar a quien se saliera del guacal.
Las cuentas por cierto no tenían más de 10 seguidores y estaban alojadas en Timbuctú. Al pasar de los años se fue descubriendo cómo se operaban y dejaron de tener importancia ese tipo de estrategias. No obstante, quedó el mismo sistema de atacar con cuentas falsas, páginas llamadas outlets, fanpages de Facebook en el que contrataban granjas o les daban un dinero a unos estudiantes de comunicación y como minions se ponían a operar desde sus computadoras.
Ese sistema es el que algunos quieren revivir y no es desde el poder estatal, es desde Acción Nacional en la entidad y es la empleada de un conocido ex morenovallista que opera en las sombras.
En lo personal, fui víctima hace un año este tipo de acusaciones y campañas difamatorias que se tuvo que aclarar y solucionar en mediación de la Fiscalía. He visto cómo a colegas periodistas les quieren inventar temas para afectar sus relaciones personales. Como piensan que no hay manera de atacarlo se refugian en la mentira y la difamación para tratar de amedrentar.
Si investigamos bien descubriremos que esa táctica es del morenovallismo y la quieren revivir para tratar de aplacar. Son tan tontos que dejan la huella de dónde vienen y sí, les aclaro, no es desde la administración estatal.
En un caso en concreto sale del PAN en la entidad y hace poco más de dos años de troles que llevaban temas a Claudia Rivera, pero esos personajes, afortunadamente, ya no operan con ella.
Este tema va a seguir y más allá de ser un ataque a la libertad de expresión es una manera de control y amenaza. Lo único que no saben es que al final todos nos vacunaremos como ya ocurrió con las cuentas de odiadores. Es como vivir con el Covid-19, tarde o temprano se logrará la inmunidad.
Eso sí, hay temas legales que se pueden aplicar.