No se hagan bolas, la llegada de Guadalupe Grajales Porras a la Secretaría General de la BUAP es con la finalidad de fortalecer el rectorado de Alfonso Esparza Ortiz y no, no es para buscar sucesor.
La jugada es una carambola de tres bandas porque por un lado suman a los Vélez Pliego (el instituto ponchito), quitan al eterno aspirante a la Rectoría, Jaime Vázquez; y se cierran filas en torno al titular de la máxima casa de estudios de la entidad ante los últimos embates del auditor, un tal Francisco Romero.
Otra de las medidas es que con la llegada de Guadalupe Grajales acerca más Alfonso Esparza a su amiga la académica Beatriz Gutiérrez Muëller, quien recientemente envió una carta para justificar por qué tiene un tiempo completo como investigadora en la BUAP a quien le pidió una explicación de por qué le dieron ese cargo en la universidad.
Lo más grave es que todo indica que quien impugnó ese nombramiento es parte del fuego amigo.
Algunos personajes de la cuarta transformación no soportan que Alfonso Esparza Ortiz haya hecho relaciones con personajes nacionales. La guerra contra la máxima casa de estudios es por el control ideológico de los estudiantes, el dinero que recibe la universidad pública y las obras que se desarrollan.
No sean ingenuos, quienes atacan al rector no lo hacen por un tema de transparencia, lo hacen porque saben que es un área que aún no han podido controlar. Así que no le haga mucho caso a ex universitarios corridos del área de administración o gente que ha sido dada de baja porque ya deberían jubilar o porque los agarraron con las manos en la masa.
Algunos ex universitarios aún no conocen los milagros de la vitacilina contra el ardor.
Esparza entiende bien la política universitaria y al nombrar a Guadalupe Grajales fortalece a un grupo importante dentro de la máxima casa de estudios. Y no, no necesariamente colocó a su sucesora. Falta aún que corra agua bajo el río.
El rector sigue siendo Esparza y tiene tanto poder y credibilidad que ya van varios partidos políticos y personajes nacionales que lo han buscado para que sea el candidato a la presidencia municipal de Puebla, situación que hasta hoy ha rechazado pero si lo siguen presionando, no duden que termine aceptando la nominación.
Vaya los que han leído la mejor novela política mexicana La sombra del caudillo, saben muy bien cómo es esto.
Así que los cambios recientes no debilitan a nadie, al contrario, fortalecen.