Foto: Los tsáchilas llevan a cabo aún ceremonias de sanación y la toma de ayahuasca.
La ayahuasca es una medicina tradicional utilizada por los chamanes del Amazonas desde tiempos ancestrales, y hace relativamente pocos años que salió de la selva para ponerse de moda en EEUU y Europa, especialmente en España. Se elabora a través de la decocción de una liana que crece en la selva (la ayahuasca, de la que el brebaje toma su nombre), junto a las hojas de otra planta, la chacruna. El resultado es una poción con un fuerte poder alucinógeno y, para muchos de sus defensores, sanador. Al entrar en el cuerpo, la sustancia produce entre otros efectos alteraciones en la percepción y la cognición que permiten abrir determinadas puertas que nuestro cerebro tenía cerradas, en la mayoría de los casos como mecanismo de autodefensa. A lo largo de nuestras vidas, vamos acumulando traumas y experiencias conflictivas, muchas de las cuales nuestra parte consciente esconde debajo de la alfombra como si nunca hubiesen existido, de forma que no tengamos que vivir con ese dolor. Lo que ocurre es que siguen ahí, condicionando sin saberlo muchos aspectos de nuestra existencia, de nuestra relación con los demás y con nosotros mismos.
La ayahuasca lo que hace es levantar esa alfombra, sacudirla y mostrarte, generalmente a través de visiones nítidas, aquello que de alguna manera te está bloqueando. Un ejemplo muy simple: imagina que cuando tenías tres años tuviste una fuerte caída aprendiendo a montar en bicicleta y que aquello supuso una experiencia traumática para un chaval de esa edad, así que quedó escondida en alguna parte de tu inconsciente. Si no existe, no sufres. La ayahuasca podría mostrarte con nitidez aquel recuerdo y ahora tu mente adulta es capaz de ponerlo en su sitio, de procesar que realmente no fue para tanto y de entender por qué a día de hoy no eres capaz de subirte a una moto.
Lo que sucede es que muchas veces el recuerdo que aflora no es tan nimio, e igual que te muestra el episodio de la bicicleta, la planta puede hacerte ver que tu vida de pareja no funciona porque estás proyectando en ella la relación que tienes con tu madre o que tus problemas sexuales son fruto de un abuso que sufriste en la infancia. Y es que esta no es una droga recreativa, porque el viaje en muchas ocasiones no resulta placentero en sí mismo, sino más bien lo contrario. Pero quienes la han utilizado afirman que es una herramienta poderosísima para reconectar contigo mismo, para desintoxicarte de muchas cosas que te impiden ser feliz y para conocer otro plano de tu existencia al que no habías tenido acceso antes.
Por eso, las ceremonias de toma de ayahuasca están proliferando en los últimos años en nuestro país de manera clandestina (son ilegales o, más bien, alegales), mientras asociaciones como la Plantaforma para la Defensa de la Ayahuasca pelean por que se permita el uso de una sustancia que, defienden, puede ayudar a mucha gente.
La ayahuasca no es para todo el mundo
Esta sustancia debe ser administrada con un profundo conocimiento y no es apta para todo el mundo. Puede causar cuadros psicóticos graves (incluso irreversibles) a personas con antecedentes de problemas mentales, como esquizofrenia o bipolaridad, y es incompatible con la toma de medicamentos como los antidepresivos. Incluso hay quien ha muerto por culpa, según parece, de estas malas prácticas, ya que no se ha determinado que la ayahuasca presente niveles de toxicidad peligrosos para el cuerpo humano.
Con información de Esquire