Y terminamos la conversación deseándonos prosperidad mutua para el año nuevo.
Este relato se basa en la experiencia que tuve en la tarde del 31 de diciembre de 2016. En una fecha así supongo que todo mundo está pensando en la cena de media noche, qué deseos irán con sus 12 uvas, madres así. Mientras tanto yo estaba en el WhatsApp con un cliente molesto porque encontró un fallo (al final era más bien incompetencia) en un sistema que desarrolló la agencia donde trabajo… no tenía al desarrollador disponible y mis conocimientos de programación a la fecha se han limitado a entender código más no a escribirlo, es como entender una película en inglés sin ser capaz de hablarlo fluidamente.
El asunto era urgente porque de eso dependía la documentación de sus ventas de fin de año. En resumen no podía hacer nada para resolver el problema.
¿Qué sucedió aquí?
Palabras clave: interés verdadero y disponibilidad… decirlo es fácil, pero no lo es, sobre todo en un día así (sábado, vacaciones, fin de año).
La parte más amarga (al menos para mí) fue reconocer y hacerle saber que no tenía la solución pero qué haría lo que estuviera en mis manos para apoyarle… hubo molestia (y mucha) como es de esperarse. Pasado este trago amargo ahora la discusión podría enfocarse en encontrar una solución (al menos momentánea) y así fue: tuve que hacer parte del trabajo a mano (que el sistema hacía automáticamente) y subir el reporte. No fue fácil y llevó un par de horas (Era un trabajo que él pudo hacer, por cierto) que valieron para hacer sentir apoyado y escuchado al cliente. De mi parte gané más de lo que pude perder. Al final me parece que entendió que no era una fecha fácil y que estaba dispuesto a apoyarlo, así que en aras de cerrar su día y a la vez el mio me escribió (de buen modo) que esperaba solución la semana entrante (ya no una solución al instante como al inicio) .
Espero esta experiencia te sea de ayuda si te encuentras en una situación por el estilo.
Que la fuerza te acompañe.