Hace ya varios años, al menos desde que me obsesioné con la aplicación de Pinterest, he visto la palabra «Wanderlust» por todos lados. Desde posts en Instragram hasta artículos en el New York Times. Fue como si de repente todas las publicaciones hechas e influenciadas bajo este término fueran escritas para mi, aunque en realidad estén dirigidas a todas las personas que nos encanta viajar.
Pero, ¿qué significa esta palabra? ¿Es un estilo de vida? ¿Nacemos con Wanderlust? Son las preguntas que me hago constantemente para entender que a veces el amor y pasión que siento por viajar puede que venga hasta en mis genes.
Para entender un poco más acerca de lo que ahora yo llamo estilo de vida, es importante saber el origen de este término. La palabra «Wanderlust» proviene de la etimología germana, en donde Wandern significa vagar y lust se traduce como pasión. Con el paso del tiempo, se traduciría este término anglosajón cómo «Pasión por viajar».
Así que después de muchos años de no entender qué era lo que me pasaba al emocionarme tanto, al planear infinitos viajes exóticos o al sentirme nerviosa por empacar mi maleta, descubrí que hay una palabra que describe mi necesidad y pasión por los viajes.
Sin duda el Wanderlust está de moda y en la comunidad viajera no nos lo tomamos a la ligera. La pasión por viajar puede representar todo un estilo de vida. En algunos de nosotros es un espíritu que no tiene descanso y no hay manera de calmarlo. Somos inquietos por naturaleza, tenemos un alma aventurera que siempre está pensando a dónde ir, cuál será nuestro próximo destino, qué nuevas aventuras nos esperan. Es como un fuego interno que no logra ser extinguido con nada, excepto con un viaje y eso tal vez no sea suficiente. Pero no todos compartimos esta pasión por conocer el mundo y es cuando me pregunto, ¿por qué a algunas personas amamos viajar y otras lo odian? ¿Por qué para otros es suficiente hacer un viaje cada 5 años? ¿Qué no quieren conocer todo el mundo? ¿O será que yo tengo un problema? Más que un problema, puede que esté en mi genética.
En debates anteriores con otros viajeros, me di la tarea de investigar si mi pasión por viajar es parte de mi «espíritu viajero» o va más allá de un simple sentimiento. Y sí, va más allá. En un articulo que leí hace tiempo y que no creí posible, pude entender que mi relación con los interminables viajes y mi ansiosa alma nómada estén más relacionados con mi genética que con mis sentimientos. Dawn Maslar, bióloga de la Universidad de Kaplan, ha estudiado el gen del Wanderlust y dice: «El gen DRD4 contiene las instrucciones para construir los recepetores de la dopamina. La dopamina es el químico encargado de dar cierto placer al cerebro. El gen Wanderlust podría estar escondido en el cromosoma 11, el que puede definir la predisposición de una persona a viajar.»
Pero muy aparte de la ciencia y la genética, que me encantó que por fin haya encontrado a alguien que explique que es normal ser así, creo firmemente en los sentimientos que produce un viaje. Es por eso que hice una lista con una breve descripción para saber si tú también sufres de Wanderlust (sin necesidad de gastar una millonada en ir a un laboratorio genético y ser analizado). Es una lista que he hecho a lo largo de los años, mientras voy viajando o cuando extraño hacerlo y la que me ha ayudado a identificar a quienes son parte de esta hermosa comunidad con espíritu viajero.
Sufres de Wanderlust si:
- Físicamente estás presente pero tu mente se encuentra a kilómetros de distancia planeando tu siguiente viaje.
- Ves el calendario anual para saber cuántos puentes hay y determinar cuándo te podrías ir de vacaciones.
- Estás suscrito a revistas de viajes, llenas de lujo y con destinos exóticos que a veces hasta sientes la necesidad de vender tu casa para ir a esa playa con agua cristalina.
- Cuando vas a dejar a alguien al aeropuerto, disimulas tu lagrimita de tristeza por no poder ser tú el que se va de viaje.
- Eres de los que aún no termina su viaje y ya está planeando el siguiente.
- Compraste una oferta irresistible pero aún ni tienes aprobadas las vacaciones por tu jefe.
- Planeas viajes a lugares tan lejanos que sabes que solo se cumplirán en sueños, pero aún así los pones en la lista de deseos.
- Piensas que viajar es una inversión y no un gasto.
- Sabes que vas a aprender más viajando y que todos los viajes que hagas te marcarán por el resto de tu vida.
- Te inclinas más por viajes llenos de aventura que por viajes en los que no tienes que salir ni a comer porque está todo incluido.
- Sigues cuentas en Instagram y Twitter donde lo único que hacen es recordarte que no estás viajando.
- No sabes a dónde irte de viaje porque tienes tantos destinos en tu lista que quisieras hacer todos al mismo tiempo.
- Prefieres escaparte un fin de semana al pueblo mágico y hacer un viaje exprés a quedarte en casa y aburrirte viendo la televisión.
Si te sientes identificado con tres o más puntos de mi lista, déjame felicitarte y darte la bienvenida a la comunidad del Wanderlust. La única cura para este mal es seguir viajando hasta que un día te canses de las largas horas de espera en los aeropuertos, de empacar y desempacar, de vuelos cancelados y hoteles baratos y digas «¡no más!», aunque, siendo honesta, no creo que pase.
No seré bióloga ni experta en genética pero, en ocasiones, cuando estaba en alguna reunión familiar o platicando con amigos y comenzaban las inconformidades y críticas a mis viajes excesivos, de verdad me preguntaba si había algo «malo» dentro de mí por no lograr satisfacer mi inquietud viajera. Al parecer, las personas con un gen DRD4 más acentuado, son personas más impulsivas, extrovertidas e inquietas. Y según Dawn Maslar, «Estas son las personas que podemos considerar que esconden el espíritu Wanderlust. Son aquellas que aman viajar, no tienen miedo a tomar riesgos y son extremas.» Pues no sé si sea extrema, pero lo que sí sé es que amo viajar y que tal vez, algún día, le pida a Dawn que me examine y estudie mis genes para ver si en alguna vida pasada fui nómada o simplemente tuve la fortuna de nacer con un gen aventurero.