Por Hervey Rivera González / @herveyrivera / herveyrg@outlook.com
Hace 10 años, con la Reforma político-electoral que modificó el artículo 116 constitucional y homologó el calendario electoral a nivel nacional, en el que los comicios para elegir ayuntamientos, diputados locales, diputados federales, senadores, gobernadores y presidente de la República; se efectuarían en un solo día y en una misma casilla –casilla única- para elegir representantes populares y autoridades en todo el país. Desde los cálculos de los autores de esta reforma, este trascendental cambio, permitiría a una fuerza política contar con posibilidades de impulsar militantes de un partido o coalición (con la condición de buenos gobiernos, bajos o nulos actos de corrupción, una campaña eficiente y condiciones internacionales favorables).
Aquellos políticos que impulsaron esta reforma, argumentaron un sustancial ahorro en los recursos que se gastan en elecciones y terminar con la “eleccionitis”, comicios municipales y estatales durante todo el tiempo a nivel nacional.
¿Cuál es la relación de este cambio con los comicios locales de este año? Pues esa reforma en materia constitucional, más la suma de otros factores, han configurado el actual panorama de las elecciones locales y federales a celebrarse en cuestión de semanas.
En la prospectiva de la élite política nacional, las elecciones concurrentes les proporcionarían la oportunidad de prolongar y consolidar su proyecto político. En 2012 no se percibía una fuerza política antagónica que les hiciera frente. Pero como en política la fortuna, esa sucesión de hechos incontrolables, también cuenta, nos encontramos hoy ante la posibilidad que un partido de izquierda (electoral), MORENA, con un candidato al que hace 12 y 6 años daban por derrotado de manera definitiva, triunfe en los comicios presidenciales y este impulso se traduzca en victorias en las diversas posiciones municipales, en congresos locales, gubernaturas y Congreso General; que otorgarían una posición inmejorable y convertirían a este partido en un fenómeno electoral.
La crisis nacional de violencia, el escándalo de la “Casa Blanca” de la esposa del mandatario, los estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos por el crimen organizado y policías municipales del estado de Guerrero, el “gasolinazo”, los escandalosos casos de corrupción de los gobernadores de Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo (distinguidos militantes del partido gobernante), la “estafa maestra”; son algunos de los temas que impactaron negativamente al Presidente y partido gobernante.
Es inevitable que para el caso de Puebla la tendencia nacional influya en los comicios. El desgaste del gobierno, los acuerdos con el mandatario nacional, medidas impopulares como la privatización (¡y aumento de tarifas!) del servicio de agua potable y un estilo personal de gobernar del mandatario de la alternancia local; configura un panorama complicado para la clase política en la entidad. El efecto MORENA amenaza desbordar y crear n efecto cascad en los demás comicios.
En 2006 López Obrador obtuvo por la “Coalición Por el Bien de Todos” integrada por el PRD, PT y MC, el 32.24%, con 639,659 votos en Puebla. Fue 2º lugar en votación, por debajo del candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, por más de 100,000 votos. De igual manera en 2012, la coalición “Movimiento Progresista” integrada por los mismos partidos de seis años atrás, obtuvo el 34.61%, con 860 mil 134 votos en la entidad, cuatro mil votos menos que el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto.
¿Cómo podrían votar los poblanos en las inminentes elecciones? Más allá de pronosticar porcentajes y número de votos, cuestión que solo puede conocerse con una encuesta de intención del voto, argumentaré sobre los tipos de voto que los electores podrían adoptar.
- El voto útil (o estratégico) El elector, por iniciativa propia o respondiendo al llamado público de un candidato, decide votar por un partido o coalición que tiene más posibilidades de triunfar, en lugar en la opción política por la que originalmente pensaba sufragar. Este tipo de voto fue determinante para que Vicente Fox ganara la presidencia de la República en el año 2000, ya que simpatizantes y militantes del PRD respondieron al llamado de Jorga Castañeda, uno de sus asesores de campaña, para votar por el guanajuatense ante la caída al 3er lugar de Cuauhtémoc Cárdenas.
- El voto de castigo (o censura). Es el voto en contra del partido gobernante, con el objetivo de sancionarlo por actos de corrupción, mala gestión, políticas públicas antipopulares a nivel municipal, estatal o federal.
- Voto en cascada. Es el voto por un mismo partido o coalición, en todos los cargos que estén en juego en la elección. En el año 2000 se pudo apreciar este tipo de voto a favor del PAN. En el entonces Distrito Federal, el candidato a la Jefatura de Gobierno, Santiago Creel Miranda, acortó la distancia ante el puntero, Andrés Manuel López Obrador. Por un momento el PRD pensó en una derrota en la capital del país.
- Voto diferenciado (o dividido). Es aquel voto en el que elector, de manera consciente y deliberada, vota por diferentes partidos y coaliciones, por lo que “distribuye” sus votos en las boletas. En 2006, Roberto Campa Cifrián, candidato a la presidencia de la república por el Partido Nueva Alianza, en el último tramo de la campaña, pidió a los ciudadanos votar “1 de 3” por su partido. Estaban en juego la elección a mandatario, a diputados federales y a senadores.
En el caso de la elección en Puebla, parece complicado el llamado al voto útil, ya que la alternancia local se dio en 2011, a nivel nacional en el año 2000 y no hay un motivo alguno para apelar a este tipo de voto. Sí podrá darse un voto de castigo a nivel local e indudablemente y con más claridad a nivel federal , valga decir que todos los gobiernos de los estados, con el paso del tiempo tienden a perder el apoyo electoral con el que arribaron, por el desgaste por las políticas que se han implementado, que mencioné con anterioridad Por supuesto que un riesgo para la actual clase política gobernante es que los candidatos de MORENA aprovechen el “arrastre” de su candidato presidencial y se suban a la tendencia del voto en cascada, por ello una “mente estratega” trata de impulsar el voto dividido con el lema “AMLO sí, Barbosa no” que se pueden apreciar en pintas por cientos de bardas en toda la entidad.