La Habana en la década de los 90. Sobre el malecón rompen las olas y, detrás, emerge el casco viejo de la ciudad, conocido por su mórbido encanto. Casas de estilo colonial que poco a poco se desmoronan, la pintura de las fachadas descascaradas, antiguos autos americanos y baches en las calles. Allí vivía Ibrahim Ferrer, de casi 70 años, limpiabotas, vendedor de revistas y músico que ganó su reputación en la década de los 40 y 50, pero que entonces ya estaba retirado. Una tarde de marzo de 1996, Ferrer estaba limpiando sus zapatos, cuando llamó a su puerta Juan de Marcos González, para llevarlo consigo al estudio de sonido. Ferrer, sucio y lleno de betún, fue con él.
Un encuentro providencial
En el habanero estudio Egrem, Ferrer se encuentra con viejos conocidos, lo más selecto de los veteranos de la música cubana: el cantante y clarinetista de 90 años Compay Segundo; la cantante Omara Portuondo, laureada en los Grammy; el más joven Eliades Ochoa, de 49 años; y el reconocido pianista Rubén González, que toca el viejo éxito «Candela», con el que Ferrer se hizo famoso y que empieza de nuevo a entonar aquella tarde.
Justo ese día, visita el estudio el guitarrista de blues Ry Cooder, que se muestra encantado. Cooder, que acaba de cumplir 49 años, es conocido desde hace tiempo y está considerado como uno de los mejores guitarristas de slide del mundo, una técnica en la que el instrumentista toca una nota y luego desliza el dedo hacia otro traste arriba o abajo del diapasón. Cooder había tocado con los más grandes: Rolling Stones, Van Morrison, Bob Dylan… Él, que venía del blues, también se interesaba por el jazz y las músicas del mundo.
Cooder y el jefe del sello musical británico «World Circuit», Nick Gold, estaban interesados desde hace tiempo por un proyecto del músico y líder de la banda Juan de Marcos González, que reunía a viejas leyendas musicales cubanas bajo el nombre de Afro-Cuban All Stars, para revivir un estilo largo tiempo olvidado: el «son cubano».
Antes de la Revolución en la isla, había una vibrante escena musical que el régimen de Fidel Castro calificaba de «burguesa, fascista e instrumentalizada por los gánsteres estadounidenses». Los clubs fueron cerrados, la floreciente escena musical murió y el «son cubano» pasó a ser considerado como «música de viejos».
Nace el Buena Vista Social Club
Estos «viejos» músicos, algunos de los cuales cayeron en desgracia bajo el régimen de Castro, estaban sentados aquella tarde de marzo de 1996 en el estudio, cuando tuvo lugar el mágico momento en que Ibrahim Ferrer cantó su viejo éxito «Candela».
Cooder le pidió grabar la canción con él. Y no solo eso. Quisoe producir un disco con todas esas viejas leyendas, un proyecto que habría de llamarse «Buena Vista Social Club», por el nombre de uno de los viejos clubs clausurados en su día por Fidel Castro.
Edición especial
El 26 de marzo de 1996, comenzaron las sesiones de grabación. Dos años después, el cineasta Win Wenders, amigo de Ry Cooder, grabó una película documental sobre el grupo, con fragmentos de conciertos, sesiones de grabación, entrevistas con los músicos y numerosas escenas de La Habana. El film desató una fiebre por Cuba y el álbum del grupo fue galardonado en los Grammy, vendiendo ocho millones de ejemplares en todo el mundo.
En 2021 se cumplen 25 años de la publicación del disco y algunos de los músicos que lo hicieron posible ya están muertos. Compay Segundo murió en 2003, a los 95 años; Ibrahim Ferrer murió en 2005, a los 78; Rubén González murió en 2003, con 84. Todos ellos disfrutaron de una carrera tardía e Ibrahim Ferrer recibió, en el 2000, un Grammy latino al «mejor artista nuevo» (con 73 años). Este 17 de septiembre vio la luz una edición especial del legendario álbum, que incluye 12 canciones inéditas de las sesiones de grabación de 1996 y algunas fotos desconocidas.
Ponle play a la lista y escucha este chan chan cubano.
Con información de DW